Relato
Guillermo Paulino: “Hace 30 años tuve un accidente y ese tiempo tengo aguantando un dolor insoportable”
Fue en el año 1994 que a este hombre lo atropellaron. Producto de eso ha tenido que recibir dos reemplazos de cadera. Espera por otra más, la que no puede costear. Hace unos días tuvo otro accidente que lo mantiene con un yeso en la misma pierna derecha. Si desea ayudarlo, puede hacerlo aportando a la cuenta 798069159 del Popular, o a la de su esposa Quirsy 22624060027 del BHD
Tonny siempre está atento a cualquier historia humana que pueda trabajarse en LISTÍN DIARIO. “Conocí a un señor que está enfermo. Hace mucho que tuvo un accidente y le han hecho dos reemplazos de cadera, tiene una infección y hay que operarlo de nuevo. Y lo más sorprendente, con todo lo que le pasa, él trabaja como mensajero en un motor”. Con este resumen era obvio que a esa persona había que entrevistarla.
El jueves cinco de diciembre, en la mañana, se consiguió el contacto y ya al mediodía del mismo día, Guillermo Paulino había tenido otro accidente. La noticia cayó mal, sobre todo, por tratarse de una persona que está a la espera de conseguir 600,000 pesos para someterse a una tercera cirugía para ver si mejora su condición de salud.
Ya cuando con su yeso puesto y en su casa, se hizo contacto con el dueño de este relato. Ofreció su dirección. Llegó el día de la entrevista y al preguntar: “¿Dónde vive Guillermo?”, no hubo complicación. Todos lo conocen y lo definen como un hombre afable, trabajador y buen vecino.
Es en una tercera que está su vivienda. Subirla con el “guía” que hizo el favor de llevar a reporteros de este medio a la casa de Guillermo, sólo traía a la mente una pregunta: ¿Cómo habrá subido este hombre con un yeso y de por sí, con los problemas de cadera que enfrenta? No había que buscar mucho para obtener la respuesta: “La necesidad tiene cara de hereje”.
El fatal accidente
Con mucha amabilidad saluda y se presenta. Su rostro evidencia su malestar de salud. “Ya a mí me han hecho dos reemplazos de cadera y no han funcionado. Al parecer rechazo la prótesis. Ahora hay que hacerme otra, pero tienen que ver si la infección que tengo no ha dañado el hueso”. Justo en estos momentos en los que está haciendo diligencias para conseguir el dinero para la operación, es que tiene el otro accidente.
“Le puedo decir que, desde el año 1994, que fue cuando tuve el primer accidente, no he dejado de sentir dolor ni un día. Es decir, tengo 30 años aguantando dolor. Cuando me atropellaron se me rompió el fémur y, desde ese momento comenzó mi calvario. Me dio una artrosis (una enfermedad reumática que lesiona el cartílago articular). He quedado cojo y ahora, mire, tuve otro accidente”. Es conmovedor escucharlo contar sobre su infortunio.
Se le preguntó sobre el nuevo evento de salud y, tan sorprendido se encuentra con las circunstancias en que sucedió que, hasta ríe al dar los detalles. “Yo iba por la Defilló con 27 para la clínica Richarson Cruz porque no me sentía bien, entonces un señor chocó a otra persona, y dando para atrás para averiguar lo sucedido, me tumbó a mí. Llamaron al 9-1-1 y me llevaron al Darío Contreras y ahí resultó que había que enyesarme”. Se pone triste el hombre de 49 años que, con todos y sus problemas de salud, trabaja como mensajero de una farmacia.
Sueños truncos
Pero ese accidente no sólo ha afectado la salud de Guillermo. “Todo eso también acabó con mis sueños de ser ingeniero electrónico. Siempre quise ir a la universidad, convertirme en un buen profesional. Primero, no podía hacerlo porque mi padre me ponía a trabajar, no podía estudiar como quería y no teníamos los recursos. Y después, tuve el accidente”. Se lamenta.
Aun con la fuerte batalla que ha lidiado a lo largo de los años, y la cual se agudizó cuando tenía 19 años, que era la edad con que contaba cuando lo chocaron, el protagonista de hoy, no descarta retomar sus estudios si la salud y los recursos económicos se lo permite. En lo que eso llega, él se ha dedicado a servirle al Señor. “Lo hago desde año 2018”.
Guillermo quiere dos regalos de Navidad: su salud y convertirse en padre
En su vivienda, en la que exhibe las fotos de la boda de él y Quirsy Gutiérrez, Guillermo Paulino ve pasar las horas y los días hasta poder volver a retomar su faena diaria. Le dieron 21 días de licencia por su reciente accidente.
Más que pensar en cuando le quiten el yeso, al dueño de esta historia le preocupa la cirugía que debe hacerse para dejar de sufrir por el dolor inaguantable con el que dice: “He aprendido a vivir. Hay días que lloro, que mi esposa me ve llorando porque no aguanto”. Aun así, sale a trabajar para ganarse el sustento de él y su incondicional compañera.
Ella también trabaja para ayudar en la casa. “Pero ha habido momentos en que he tenido que dejarlo para poder atenderlo. Él es fuerte, aunque no ha sido fácil lo que le ha tocado vivir”. Pese a que se nota que es una mujer alegre, al decir esto, deja ver su tristeza.
Fue en su trabajo donde ella conversó brevemente con reporteros de LISTÍN DIARIO. Allí corroboró lo que antes había dicho su esposo respecto a que no la han pasado bien desde que en el año 2010 le hicieron el primer reemplazo y luego el segundo en el año 2022.
La infección que le ha generado el rechazo al implante, también le ha dado anemia. Aunque el accidente fue en 1994, Guillermo duró muchos años bregando con las secuelas dejadas, hasta que se vio en la necesidad de someterse a estos procedimientos.
Quirsy, quien trabaja en Servicio al Cliente en una panadería, también mostró que tiene su esperanza puesta en Dios en que, si les conviene, les dará la oportunidad de convertirse en padres, aunque ahora mismo, todas sus energías y buenas vibras están puestas en que su marido recupere su salud.
Retomando lo que previamente se había conversado con Guillermo, fue triste escucharlo decir: “Yo prácticamente no tengo a nadie. Quirsy es mi soporte. Mi mamá y mi papá fallecieron, no tengo hijos...”. Se acongoja, pero a seguidas habla de sus tres hermanas.
“Yo soy el único varón, ellas se preocupan por mí, pero al igual que yo, no cuentan con recursos económicos para ayudarme. Hay una que es la que más o menos puede y me ayude, pero igual, tienen sus compromisos”. Lo comprende.
Junto a sus codornices
Con todo y lo pequeña que es su vivienda, él tiene una crianza de estas aves y vende sus huevos para ayudarse con todos los gastos que tiene. Sabe que tener sus codornices tan cerca no contribuye mucho a su salud, pero su situación es muy parecida a lo que dice el dicho: “Palo si boga y palo si no boga”.
“Hay que ayudarse con lo que se pueda porque no es fácil no tener recursos y estar enfermo. Yo le voy a decir la verdad, yo he sido muy sufrido desde joven y, aun así, he seguido adelante”. Sus vecinos se lo reconocen y todos lo quieren y se preocupan por él. Lo agradece.
¿Y esta casa, es propia? Fue una pregunta que con mucho pesar respondió: “Sí, me la dejó mi padre. Aunque no es una cosa del otro mundo, es lo que tenemos. Somos pobres, pero tenemos mucho amor y trato para dar a los demás”. Se pudo percibir su amabilidad desde su recibimiento.
Es importante decir que, antes de la digitalización de la fotografía, Guillermo trabajaba en el área, junto con videos, pero los avances de la tecnología acabaron con su negocio. Fue entonces cuando tuvo que ponerse a buscar la forma de hacer otra cosa.
Lo que encontró fue manejar un motor. Tuvo que olvidarse del peligro de ese tipo de vehículo y comenzar de nuevo. Hoy es un mensajero que agradece a Dios y no pierde la fe de que obtendrá sus dos regalos de Navidad: recuperar su salud y convertirse en padre.
Mensaje a los jóvenes
“Yo quiero que los jóvenes sepan que no es bueno querer llevarse el mundo por delante. La vida hay que vivirla, es verdad, pero de una forma moderada, y teniendo en cuenta que es importante ser buen hijo, hermano, esposo y padre para tener una vida plena”. Lo dice sin dejar de resaltar que por ser un buen hombre es que pese a todo lo que le ha pasado, sigue vivo.