Cuando la intuición te traiciona

Muchos dominicanos solemos decir: “Yo conozco al cojo sentado y al ciego durmiendo”, un viejo dicho popular que hace alusión a que desde que vemos a alguien podemos advertir para qué da y para qué no. En los últimos tiempos yo he decidido poner en práctica otro dicho: “Nunca terminamos de conocer a la gente”. Sé que muchos de los que están leyendo esta columna piensan igual. No estamos lejos de realidad. A veces vemos que hay quienes actúan como “inocentes mariposas” y, con el tiempo y según vayan consiguiendo sus objetivos, nos damos cuenta que son como “la ‘gatica’ de María Ramos” que “tiran la piedra y esconden la mano”.
Es algo triste, pero sucede
Claro, es importante resaltar que sí hay quienes mueren siendo como los ves el primer día, sea con la bondad o la falsedad mostrada desde el principio. Lo que no sé es qué ha sucedido con los años, tal vez tiene que ver con el mundo convulso en que vivimos, pero lo cierto es que hay quienes disponen de múltiples caras para mostrar y, eso dificultad que el refrán con que comenzamos tenga validez, mientras que el otro cada día toma más fuerza porque nunca terminamos de conocer a la gente. Tanto es así que, a veces hacen cosas que tú juras que pudo haber sido cualquier otra persona, menos esa en quien has creído. Los cambios se pueden percibir en amigos, compañeros de trabajo, familia, pareja y hasta en figuras famosas.
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