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Cuando la intuición te traiciona

Muchos dominicanos solemos decir: “Yo conozco al cojo sentado y al ciego durmiendo”, un viejo dicho popular que hace alusión a que desde que vemos a alguien podemos advertir para qué da y para qué no. En los últimos tiempos yo he decidido poner en práctica otro dicho: “Nunca terminamos de conocer a la gente”. Sé que muchos de los que están leyendo esta columna piensan igual. No estamos lejos de realidad. A veces vemos que hay quienes actúan como “inocentes mariposas” y, con el tiempo y según vayan consiguiendo sus objetivos, nos damos cuenta que son como “la ‘gatica’ de María Ramos” que “tiran la piedra y esconden la mano”.  

Es algo triste, pero sucede

Claro, es importante resaltar que sí hay quienes mueren siendo como los ves el primer día, sea con la bondad o la falsedad mostrada desde el principio. Lo que no sé es qué ha sucedido con los años, tal vez tiene que ver con el mundo convulso en que vivimos, pero lo cierto es que hay quienes disponen de múltiples caras para mostrar y, eso dificultad que el refrán con que comenzamos tenga validez, mientras que el otro cada día toma más fuerza porque nunca terminamos de conocer a la gente. Tanto es así que, a veces hacen cosas que tú juras que pudo haber sido cualquier otra persona, menos esa en quien has creído. Los cambios se pueden percibir en amigos, compañeros de trabajo, familia, pareja y hasta en figuras famosas.

“Galletas sin manos”

Esa humildad, nobleza, o lealtad que algunos muestran se va desvaneciendo con un carguito, con un carrito, con una casita, con una operacioncita. O con unos cuantos viajecitos. No se detienen a pensar que, cuando usaron su fachada para poder lograr sus objetivos, no te están engañando a ti, sino a ellos mismos porque el Señor tiene formas especiales de bajar sus humos, esos aires de grandeza, hacerles pagar por su traición…, pero sobre todo, tiene un buen plan para que reciban “galletas sin manos” de quien menos piensan. Engañar, ignorar o hacer daño a otro nunca ha sido bien visto por quien dio su vida por nosotros.

Un “viajecito” fabuloso

Para ver qué tanto pueden transformarse las personas de un momento a otro en la ciudad fabulosa, quise hacer un viajecito. Para mi sorpresa, allí como naces, creces y mueres. No hay doble cara. Como ves a la persona la primera vez, así la verás siempre. No existe la desconfianza porque la lealtad, la gratitud, el respeto, la humildad y demás valores se imponen y se advierten por encima de la ropa de la gente. No hay que hacer un curso para entender y tratar a nadie. No es que tienes que tener los dientes al aire todo el tiempo, se trata de ser como eres y de no “sacar las uñas”. Es algo simple, es mantenerte siempre siendo como eres sin darle trabajo a la intuición.

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