Fábulas en alta voz
Escuché el tiro que mató a Denny
Aunque en principio lo confundí con el sonido de los fuegos artificiales, luego supe que aquel estruendo había segado la vida de Denny Silverio Ramírez, el colmadero del Ensanche Quisqueya al que la semana pasada le dieron un tiro en la cabeza. ¡Qué tristeza me ha provocado esa noticia! Un hombre de trabajo que murió, precisamente cuando terminaba su jornada laboral. No lo conocí, pero había visto su colmadito en múltiples ocasiones, y me duele saber que cada día el peligro lo vemos más cerca de nosotros. Sea por la inseguridad del país, por una deuda de por medio, por violencia o por la razón que sea, hasta quienes no creen en los milagros deben ir entendiendo que estar vivo ahora mismo, es uno, y bien grande.
Lo que ahora importa
Se han dicho muchas cosas, hay versiones de que fue de esta o de tal forma, pero no creo que eso cuente ahora mismo para sus familiares, ellos quieren justicia para el hombre, definido como honesto y trabajador y, que se ganaba la vida en el colmadito ‘858’ de la Roberto Pastoriza. También importa que se busque una salida a la inseguridad que reina en el país y, que de una vez por todas, se le preste atención a este sector que, pese al desarrollo mostrado, ha sido olvidado por las autoridades. Amagan con resolver sus problemas, y luego abandonan a su suerte a sus habitantes.
Un viaje hacia la “paz”
Este lamentable caso ha despertado en mí, y sé que en muchos “quisqueyanos”, una gran impotencia. Los asaltos a la orden del día, la falta de vigilancia policial, la bulla, los talleres en las aceras, los vehículos abandonados y muchos otos problemas me han llevado a cerrar los ojos e irme a una ciudad fabulosa donde la paz es la protagonista. No hay necesidad de patrullar por los sectores porque no hay delincuencia, no hay irrespeto a la tranquilidad y mucho menos, existe la cobardía de quitarle la vida a las personas. Allí todo funciona bien. Cada quien trabaja por su paz y por la de los demás. Los medios de comunicación están repletos de buenas noticias porque eso es lo que abunda. No hay cabida para las criticas o búsqueda de soluciones, pues todo marcha a las mil maravillas. Y no es un asunto de percepción.
Un viaje sin regreso
Ese “viaje hacia la paz” me hizo sentir plena, escuchada, protegida, amada… pero, cuando llegó el momento de abrir los ojos me di cuenta de que al menos yo, aunque fuera a una triste realidad, tenía la oportunidad de regresar, pero Denny, no. Eso me partió el corazón de dolor porque como él, hay muchos otros haciendo ese viaje sin regreso, porque unos desalmados están sacando ventaja de la inseguridad ciudadana que cada día pone más en peligro nuestra integridad física, moral, emocional y mental. ¡Ya basta de tanto desinterés! Las autoridades deben “poner el oído” en los tiros que matan a hombres y mujeres inocentes, no en los elogios que reciben porque aumenta la cifra de un turismo que también corre el riego de desmoronarse de seguir el país por el rumbo que lleva y que nos lleva a todos a convertirnos en otro Denny. En paz descanse y que se haga justicia.