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Barquitos como nueces

La realidad es que el globo terráqueo se hizo conocido gracias a los intrépidos marinos que, embarcados en naves que más parecían nueces, si nos ponemos a compararlas con las embarcaciones actuales, completaron la visión que se tenía del mundo.

El 12 de octubre trascurrió sin pena ni gloria. En España, un gran chaparrón veraniego deslució la fiesta; en América, me refiero a todo el continente americano, la polémica armada desde hace unos años sobre el “Encuentro de Razas”, en vez de Descubrimiento, tampoco fue muy lucida.

La realidad es que el globo terráqueo se hizo conocido gracias a los intrépidos marinos que, embarcados en naves que más parecían nueces, si nos ponemos a compararlas con las embarcaciones actuales, completaron la visión que se tenía del mundo.

La osadía de esta gesta, a la cual siguieron muchas otras, es solo comparable con el viaje a la Luna o el anhelado viaje a Marte.

Todos los alegatos de que Groenlandia estaba ya habitada por los vikingos, pero que fue abandonada debido a la peste negra, no disminuyen en lo más mínimo la proeza de atravesar el llamado Mar Tenebroso e integrar al mundo un continente entero.

Los demás reinos de esa época se apresuraron a tratar de emular a los Ibéricos mediante la piratería y luego arrebatando territorios.

La fecha y el acontecimiento son imborrables.

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