Carnaval

Este fin de semana fue de carnaval, un carnaval sui generis, porque los carnavales se celebran los tres días anteriores al miércoles de ceniza, de la religión cristiana.

Esta costumbre es tan vieja como el tiempo. La primera civilización conocida, aquella de los sumerios, las celebraciones se hacían para expulsar a los malos espíritus de las cosechas.

Lo mismo sucedía entre los antiguos egipcios.

Con la conversión al cristianismo, del imperio romano, se volvió a comenzar la antigua costumbre, esta vez, los tres días previos a la cuaresma. 

La palabra carnaval procede del latín “Carnelevarium”, que significa abstenerse de carne, como sucede durante la cuaresma.

En la generalidad de los países, estas fiestas se celebran dependiendo de los cuarenta días de cuaresma, por lo que la fecha varia, pero siempre ocurre entre febrero y marzo. Muchos también atribuyen el carnaval a las fiestas paganas romanas: Saturnales y Lupercaria. 

En fin, que el carnaval es la época para celebrarla vida, darle curso a la alegría, el baile y el regocijo.

Como sucede por lo general en cada país o región, las fiestas varían, las hay muy lujosas y con derroche de imaginación u arte, como son las de Río de Janeiro, Barranquilla y Pasto, en Suramérica y aquellas celebradas en Nueva Orleans, Estados Unidos, en donde se las denomina “Mardi Gras”.

Europa también se une al regocijo con carnavales en las islas Canarias, Venecia, la que hace un derroche de lujo y glamour, en Colonia, Alemania y en Hungría. En nuestro país ha cobrado mucha fama el carnaval de la Vega. Además del celebrado en nuestro malecón de santo Domingo. La gente aprovecha para disfrazarse y divertirse armando comparsas y erigiendo carrozas alusivas a diferentes temas.

Algunas de estas constituyen, verdaderas, aunque efímeras obras de arte. Se eligen un rey y una reina para presidir las celebraciones y la población se divierte y se olvida de penurias y tristezas durante esos días.