Fábulas en Alta Voz
Ojalá siempre haya un motivo para conmemorar la independencia
Me duele tanto ver cómo con el paso del tiempo, menos ciudadanos se suman a conmemorar el Día de la Independencia. Claro, disfrutan el 27 de febrero por su festividad, no por el significado que encierra la fecha. A veces se puede percibir que, como la democracia del país va en declive, cada quien cambiando y virando la Constitución a su antojo, puede que llegue un momento en que nadie recuerde la historia, porque su rumbo ha ido desviándose de la realidad.
Viajando de forma fabulosa
Con la preocupación que genera esta situación que más de uno observa, decidí hacer un viaje para ver cómo defienden en la ciudad fabulosa su soberanía y sus valores patrios. Quedé admirada cuando observé el comportamiento, no sólo de los ciudadanos, sino de las autoridades encargadas de la Administración Pública. No importa el puesto que ocupe cada quién, su accionar sirve de ejemplo a la ciudadanía. Nadie juega con la historia. Allí no sólo la respetan, sino que la salvaguardan de cualquier intento que exista de dañar su esencia.
La Constitución es intocable
Una de las cosas que más llamó mi atención en aquel lugar fabuloso fue enterarme de que la Carta Magna de esa comunidad, que es la que protege su independencia y soberanía, es tan sagrada, importante y valedera que nadie osa cambiar sus capítulos para favorecer caprichos de partidos o de particulares que quieran favorecerse aunque ello signifique convertir ese documento en “un trapo’ de olla”. Con eso si que no, y mucho menos cuando previo a lograr un puesto de incumbencia, se ha jurado ante la población que jamás se atentaría contra la Constitución. En esa localidad saben cuán vulnerable podría ser ésta si la transforman, y por esta razón, todos se mantienen vigilantes de su preservación.
Triste regreso
Viendo que al recién pasado 27 de febrero casi sólo le queda el nombre Día de la Independencia, volví a mi realidad, acongojada luego de meditar sobre los tantos cambios a los que ha sido sometida nuestra Constitución, con los que sin duda, se debilita nuestra soberanía. Y saber que sabrá Dios los que le esperan sin que nadie la defienda. Y me refiero a nuestra Carta Magna de manera especial, porque quiérase o no, de que se preserve su contenido es que depende que nosotros sigamos disfrutando de la libertad que tanta sangre les costó a nuestros padres de la Patria.