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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Lidiando con la bestia

Marta Quéliz

Estamos viviendo en un mundo que, para poder estar en paz, hay que aprender a lidiar con la bestia. Ya no funciona el método de querer hacer que el otro aprenda a tener un mejor comportamiento, a ser disciplinado y mucho menos, educado. Ahora el que hace lo correcto es el que está mal, es el que tiene que pensarlo varias veces y contar hasta tres mil para poder hacer frente a las acciones de quienes no les importa romper las reglas. Es como si teniendo su razón, tiene que andar por abajito para no despertar la furia del no se detiene a medir las consecuencias de sus actos.

Adiós a nuestros derechos

Reclamar por lo justo, por el respeto que nos merecemos como ciudadanos al parecer está pasando a mejor vida. A veces decirle a alguien que se ha equivocado, que está actuando mal es el insulto más grande que se le puede dispensar, no importa con la delicadeza que lo hagamos y, en ocasiones hay que pagar por esto. Lamentablemente, es como si para ir acorde a los nuevos tiempos, la persona sensata tiene que abandonar sus buenos modales, sus principios y la formación de hogar que tanto les ha costado a padres y madres que se preocupan por entregar a la sociedad a ciudadanos y ciudadanas de bien.

Una exploración fabulosa

Para ver qué tan bien se comportan los visitantes de la ciudad fabulosa, me trasladé hasta allá con la fe puesta en que allí aun funcionan las cosas como en la civilización. No me equivoqué. En efecto, la gente es incapaz de ocupar un parqueo ajeno, no se estaciona frente a una puerta, no entorpece el libre tránsito, jamás ocupa un área privada, en fin, no irrumpe la paz del vecino. En ese lugar de ensueño se pide permiso, se pide por favor, se pide disculpa si hay algún fallo, se dan las gracias, y lo más importante, se cuida la integridad de los demás y de sus bienes. Si transitan por las calles caminando, no entorpecen a los conductores, si son ellos los que andan manejando, lo hacen con prudencia y cuidando siempre los derechos de los demás. En ese lugar no hay que darle consejos a las personas de cómo dejar pasar las cosas como si nada para evitar problemas. Al contrario, son orientadas sobre cómo actuar ante cualquier inconveniente.

Doblemente afectado

Al regresar de la efímera exploración, la impotencia se apoderó de mí al ver cómo, en la realidad de nuestro país, el que tiene la razón es el que sale doblemente afectado. Y lo digo porque son muchos los casos en los que el tipo de persona que anda buscando problemas, a veces en tu propio entorno, en tu espacio, no sólo irrumpe tu paz, sino que te daña dos veces, pues te hace pasar de víctima a victimario, y te lleva a que seas tú quien te sientas mal actuando bien. Es por eso que entiendo que, aunque sea triste decirlo, no nos queda de otra que aprender a lidiar con la bestia.

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