Salud mental

Futuro del abordaje de las adicciones: inteligencia artificial versus inteligencia emocional

Por lo pronto, no estamos expuestos a ser reemplazados por servidores en la nube que interpelen a los pacientes.

Por lo pronto, no estamos expuestos a ser reemplazados por servidores en la nube que interpelen a los pacientes.Getty Images/iStockphoto

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Oguis A. Jiménez VargasEspecial para Listín Diario
​Santo Domingo, RD

Recientemente hemos comenzado a oír de cómo la inteligencia artificial, puesta al alcance de cualquiera con acceso a Internet, puede sustituir con facilidad procesos de búsqueda de información tanto contextualizada como descontextualizada. Asimismo, florecen y florecerán herramientas que nos permiten automatizar decisiones en función de información adquirida desde IA (inteligencia artificial) o introducida manualmente por humanos.

En este contexto, muchas prácticas de profesionales pueden verse complementadas, si no reemplazadas, por este avance de la tecnología. En reflexiones con compañeros profesionales del sector he llegado a la conclusión de que, por lo pronto, no estamos expuestos a ser reemplazados por innumerables servidores en la nube que interpelen a nuestros pacientes y les tracen un plan efectivo de tratamiento.

Esto es por una razón fundamental: la información es unívoca y se puede contrastar, ampliar y matizar, pero cada ser humano (independientemente de coincidir en contexto vital y de consumo) es único. Es en este punto en el que el abordaje terapéutico requiere y requerirá siempre de una contraparte que valore esa diversidad y aplique algo que los humanos ya tenemos implementado desde el inicio de los tiempos: la inteligencia emocional.

Sin esa capacidad técnica, empática e investigatigadora con la que vamos extrayendo información de humano a humano de nuestros pacientes no creo concebible darle a la tecnología mucha más capacidad que la de proporcionar, de forma complementaria, guías genéricas, pasos y pautas a las personas a las que tratamos.

Hemos de agradecer, eso sí, los avances recientes en materia de comunicaciones (Zoom, WhatsApp…) que nos permiten ponernos a disposición de pacientes que, por distancia o por horarios, de otra manera nos sería imposible tratar, tanto de forma individual como en dinámicas grupales. Esto, en general, creo que aplica a todas las ramas de la práctica psicológica y a otras actividades sociosanitarias de carácter vital. Es curioso, como reflexión final, ver cómo en los pasos que damos como humanidad para implementar mejoras en nuestra calidad de vida, productividad u ocio, miramos frecuentemente adelante hacia nuevas necesidades creadas y no hacia las prácticas más esenciales y antiguas, como la nuestra.

Siendo así, compañeros psicólogos, nuestra viabilidad como profesionales se augura bastante longeva. Solo a modo aclaratorio, en la redacción de este artículo ha participado un ser humano, usando un tradicional procesador de textos, sin acudir a búsqueda de dato externo alguno y con la única inspiración y acompañamiento de un café bien ‘colao’ sobre la mesa.

El autor es especialista de Grupo Profesional Psicológicamente