Mujeres en la minería, una labor de extracción que las engrandece

La minería dominicana no es una industria exclusiva de hombres. Cada día son más las mujeres las que asumen responsabilidades en todas las áreas del sector y su visibilidad es un mensaje claro sobre la profundidad de los cambios vividos en las últimas décadas.

Son varios los casos de mujeres profesionales que elevan la actividad extractiva local y, en ocasión de ser marzo el Mes de la Mujer, Listín Diario cuenta la historia de dos gemas de amplio potencial para esta industria: la de Rebeca Ureña y Coral Espinosa.

Sus historias son miradas diversas que remiten en última instancia al mundo de las minas y contienen infinidad de enseñanzas en cuestión de género. La igualdad es un valor que se transmite a través del ejemplo y se conquista mediante el derecho.

Rebeca Ureña: “No existe nada más fuerte que una mujer preparada”

Ureña se destaca por superar de forma diaria los retos que rodean la seguridad de la industria minera. Se hizo especialista en prevención de riesgos laborales con varias certificaciones, con estándares internacionales en materia de seguridad y salud en el trabajo ocupacional.

Ha compartido sus conocimientos y experiencia en los sectores minero y de la construcción.

En la actualidad es encargada de Salud y Seguridad Minera del Ministerio de Energía y Minas (MEM), desde donde tiene la responsabilidad de ejecutar los programas de fiscalización de cumplimiento de las normas de protección por parte de los concesionarios de la minería metálica y no metálica en el país.

Con la experiencia adquirida impacta de manera positiva la seguridad de los hombres y las mujeres que realizan labores de mina.

“El trabajo de minas luce diseñado para individuos fuertes, y lo es. Por eso considero que ha sido hecho para nosotras. No existe nada más fuerte que una mujer preparada, decidida a lograr sus metas”, afirma.

Coral Espinosa: “Este trabajo no tiene limitantes”

Coral Espinosa es artesana que lidera una empresa familiar de fabricación de joyería auténtica en larimar y ámbar. Parecería que su participación en la artesanía de prendas finas se resume a la selección de un producto acabado para su eventual venta en algún bazar. Sin embargo, es mucho más que eso. Se dedica a la producción de orfebrería bajo un proceso conocido como ‘casting’, que consiste en inyectar aluminio dentro de un molde para hacer modelos de piezas para la producción continua.

Su pasión por la elaboración de cadenas, anillos, pulsas y guillo no es fortuita. Creció en una empresa familiar ‘Joyería Bruleidy’s’ dedicada a la artesanía desde hace varias generaciones.

“Para mí este trabajo no tiene limitantes. Cada vez más mujeres se empoderan en la artesanía local”, expresa quien tiene 33 años de edad, tres hijos y es licenciada en Hotelería y Turismo.

Dos de sus retoños, de siete y 17 años, también se han interesado por este oficio y aprovechan cualquier momento para observar y tomar nota de los trabajos que ella realiza junto a su padre, madre, y hermano.