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FÁBULAS EN ALTA VOZ

“Ahora sí es verdad que la patria está en peligro”

Marta Quéliz

Marta Quéliz

Don Arturo es un defensor de la dominicanidad. Hablando de cómo han cambiado los tiempos y dejando por sentada sus grandes dotes de sabiduría respecto a la historia nacional, dijo ante un grupo de personas: “Ahora si es verdad que la patria está en peligro”. Todos reímos, menos él. “Yo no estoy relajando. Esa es nuestra realidad. Con la mafia que hay en la frontera, que es un negocio redondo, como lo ha reseñado el Listín Diario; con la sinvergüencería que tiene la gente, la falta de respeto y el desorden que tenemos podemos decir que ya se cumplió ese dicho tan viejo como yo, de que la patria está en peligro”. Ahí todo el mundo se puso serio y le dio la razón. Su sapiencia era para ponerse a pensar.

Hablando desde la experiencia

“El presidente Abinader tiene buenas intenciones, pero le ha tocado gobernar a un grupo de gente sin norte, con problemas mentales, personas que estaban mal y que se pusieron peor después de la pandemia. Cada día nuestra patria se pone más en peligro y somos nosotros mismos que la estamos llevando al derrotero, no la defendemos, no la respetamos, no la preservamos y eso es peligroso y triste”. Mientras hablaba, todos prestaban atención y, fue ver su cara de preocupación, la que me motivó a llevarlo a una ciudad fabulosa donde la patria es sagrada. La salvaguardan sin importar los sacrificios que se hagan. Saben que un atentado contra su soberanía es un daño a todos y, que por eso,defenderla es un compromiso colectivo.

Defensa sin armas

Don Arturo mira asombrado, cómo en este lugar fabuloso defienden su patria. No tienen que utilizar ningún tipo de armas para hacerlo. Cumplir con las leyes, ser buen ciudadano, practicar con el buen ejemplo para que de generación en generación se mantenga la integridad de la nación, tener claro que cada símbolo patrio habla de su identidad, y lo más importante, respetar la sangre derramada por sus padres de la patria son las ‘armas’ que utilizan para que nada ni nadie atente contra ella. En esta ciudad, de la que él no quería salir, las autoridades hacen cumplir con todos estos aspectos y tienen régimen de consecuencia para quienes no acatan las reglas.

Un triste regreso

Cuando se le invitó a don Arturo a volver a su realidad, aceptó solo porque es un hombre que hace las cosas por el ‘librito’, pero en verdad, no quería regresar a un país donde entiende, cada día se torna más desolador el futuro de la nación. No hay manera de ver que las cosas pueden cambiar en un país, cuya realidad es una población que vive para sí misma, que no piensa en nada ni en nadie, que no se deja guiar, que no presta atención, que no le teme a nada, ni siquiera a que su “patriase ponga en peligro”. No es exhibir la bandera ni decir “soy orgullosamente dominicano”, es amarla y respetarla, como dice don Arturo.

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