Puntos a conocer en Segovia: el Acueducto, la Catedral y el Alcázar

Acueducto romano. Delante, Pamela y Alexis. © Carmenchu Brusiloff

Acueducto romano. Delante, Pamela y Alexis. © Carmenchu Brusiloff

Tres hitos hay en Segovia que no se debe perder quien por vez primera visita esta ciudad española: el Acueducto, la Catedral y el Alcázar. Es el caso de Pamela, mi nieta. Habiendo llegado con Alexis, mi hijo menor, y conmigo para un fin de semana familiar (una reunión de descendientes de la familia Ugarte), ya caminó junto al famoso Acueducto romano levantado a principios del siglo II d.C., en la Plaza del Azoguejo, una zona de paso para quien, como nosotros, llega desde Madrid en autobús. En ella funciona la oficina de turismo de Segovia. A la mañana siguiente recorrimos el interior de la Catedral (de la cual escribí semanas atrás), para a seguidas proseguir hacia el Alcázar.

Desde la zona de la Catedral, en la cima de la parte alta de Segovia, donde la Plaza Mayor está llena de restaurantes y cafeterías (pedimos unas tapas que no nos convencieron en la terraza de La Oja Blanca), se hace fácil el trayecto cuesta abajo. Lo cansón es el regreso cuesta arriba. Iniciamos la ruta por la calle Marqués del Arco. A la derecha, una tienda de damasquinado toledano ofrece grabar tu nombre a la pieza que compres. A pocos metros, de esquina, el edificio que aloja el Convento de las Carmelitas descalzas. Está identificado como Convento de San José. En la otra acera, la Plaza de la Merced. ‘Mira. Esa es la iglesia de San Andrés’, digo al tropezar mi vista con la torre de ladrillo y pizarra, y el testero de esta iglesia románica. Para buscar la entrada damos la vuelta. ‘Está cerrada’. En su interior tiene un magnífico ábside.

Ya en la calle, que a esta altura es Daoiz, los peatones que van hacia el Alcázar bajan por la calzada con más soltura que por las aceras. Es que es escaso el tráfico vehicular. De pronto, al alcance de nuestra mirada, admiramos un extraordinario panorama: al fondo de una gran plaza, la Plaza de la Reina Victoria Eugenia, se extiende y eleva el Alcázar. Construido como fortaleza se convirtió en un palacio-castillo, centro de la corte en el siglo XV. (Mi hijo, Alexis Ramos Brusíloff, y yo tomamos las fotos para este artículo en LISTÍN DIARIO).

Alcázar

Al mirar el Alcázar, levantado en una roca junto a la cual corren los ríos Clamores y Eresma, recordamos los versos del poeta Federico de Mendizábal: ‘En el azul del cielo se recortan las doce torrecillas del Alcázar que soñaba el poeta una noche de nácar que tejieron los gnomos en la sombra para troncar en torres a las Hadas’.

Alcázar de Segovia.  Alexis Ramos B.

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