NAVIDAD
Cómo mantener la ecuanimidad en las fiestas de fin de año
Los feriados de Navidad tienen un fin principal, la celebración del nacimiento del niño Jesús, por quien se dividió el calendario en dos: antes y después de Cristo.
Escucho a la gente deseosa de verse antes de que termine el año, se agasaja, se come y se bebe como si el final del año se tratara del fin de los tiempos, y, en verdad, indica el final de una etapa e inicio de una nueva.
Muchas personas aprovechan para tomar decisiones procurando un cambio producto de una profunda reflexión o del cansancio ante circunstancias que las han lastimado por largo tiempo, y se plantean poner límites en interés de transformar su escenario.
Volver a verse en familia y grupos puede generar la calidez de un sentido abrazo, avidez de ponerse al día, recordar a los que se nos adelantaron hacia el otro plano. Compartir aciertos y desaciertos puede ser una reunión grata y muy saludable. No obstante, en ocasiones, entre los allegados hay personas conflictivas, que no necesariamente resultan amenas, pero por la cercanía nos vemos obligados a compartir como la pareja hipócrita del primo que le cae mal a todos, el esposo celoso que hace espectáculo o algunos relacionados con desavenencias no resueltas del pasado. Los problemas surgen entre divorciados que no están de acuerdo en el presupuesto o en cómo compartir los días con los hijos y un sinnúmero de situaciones hacen que las heridas se ahonden si no se toman las precauciones de lugar en esta época.
Para llevar la fiesta en paz es preciso adoptar ciertas medidas que pueden comenzar con controlar la ingesta de alcohol para mantener la estabilidad emocional, cuando hay conflictos familiares, cualquier mirada puede ser considerada una provocación y detonar un evento lamentable.
Lo mejor es evitar temas sensibles durante las fiestas, los conflictos se tratan preferiblemente en un contexto más apropiado, en privado y en otro momento, un ambiente de festividad no es propicio para arreglar esas cuentas pendientes.
Unirse a los más compatibles o con los que somos más afines, cuando hay distintos puntos de vista, limar las asperezas. Recordar el viejo refrán de no hablar de política, de pelota o de religión, temas que caldean los ánimos y pueden arruinar lo que debería ser una bella velada.
El respeto es fundamental, al que disfruta de la algarabía de las fiestas, a los que prefieren meditar y disfrutar en intimidad, a los que les fastidia, por depresión estacionaria, el blues de Navidad. Evitemos presionar y alejémonos si somos presionados, sin pleitos, sin lágrimas y en amor incondicional.
El agradecimiento puede ayudar. Agradecer por las personas que tenemos; si consideras no tienes a nadie, si te tienes a ti mismo es suficiente. Agradece cualquier situación que te pasa y bendice.
Ojalá que en este tiempo mantengamos el balance y podamos encontrar paz en nuestro interior, que cada ser sobre la tierra trate y sea tratado de una forma digna y “ser, por la providencia de Dios, luz, movimiento y creación”.
¡Feliz Navidad!
Ver también: Noche de paz compartiendo con la familia