¡Anímate, vamos a vivir!

Vamos a comenzar de nuevo a vivir, a vivir con la conciencia de lo que significa vivir. Vivir es darle calidad a la vida que nos toca vivir. Entender que la vida es un regalo que como presente debemos valorar en plenitud. Muchos son los que perviven, desperdiciando ese don, por el solo hecho de trabajar, trabajar y guardar para mañana; sin entender, que mañana es un acaso, un fortuito evento, que lo real es el presente que ahora tenemos, objetivo y concreto. Olvidamos la importancia de la familia, y tantas veces nos hacemos extranjeros en la misma, porque no hay tiempo para ello, otros intereses ajenos a ella ofuscan, y dedicamos más que lo necesario para tener y hacer frente a las necesidades.

Creemos que somos inmortales en la tierra, olvidando que solo estamos de paso. Acumulamos, acumulamos, y con ello fomentamos la patología o síndrome de Diógenes. ¿Y luego? Dónde queda todo eso, solo quedó el tormento por el arraigo o apego a todo eso que le es inútil al alma y crecimiento espiritual. Entonces, visto lo visto. Vamos a vivir, a vivir cada instante con entusiasmo, y lo que ha de venir ha de enfrentarse con la valentía y fuerza que nos da la fe y el amor. No desperdiciemos la vida en cosas intrascendentes. Vivamos con el gozo de poder vivir aquí y ahora, bendiciendo y amando a la vida y a los íntimos seres que nos acompañan, no nos olvidemos decirles: que los amamos, y valoramos su compañía siempre. Decirles: “cuán alegre es estar a su lado”.