SOCIEDAD
Vida de bomberas: “Mami, encomiéndate a Dios para que Él te cuide”
Elijanie llevó a su hijo con apenas ocho años a los entrenamientos que se hacían los fines de semana durante un año en el cuartel de Los Ríos
“Mami, yo te amo mucho, cuídate y encomiéndate a Dios para que Él te cuide”, es la frase que todos los días Eikel Elías, de 11 años, le dice a su madre Elijanie Hidalgo, primer teniente del Cuerpo de Bomberos del Distrito Nacional, antes de que ella se enfrente a un siniestro o simplemente cumpla un servicio en la estación Horacio Álvarez Saviñón.
Elijanie llevó a su hijo con apenas ocho años a los entrenamientos que se hacían los fines de semana durante un año en el cuartel de Los Ríos. Cuenta que los bomberos ya nombrados eran quienes cuidaban de su pequeño mientras se entrenaba para convertirse en heroína.
“Si mi papá no me lo podía cuidar, yo cargaba con mi muchachito, pero cuando comencé a cubrir emergencias lo dejaba con mi familia porque no me lo podía llevar”, explicó.
Se sintió atraída por la unidad de rescate debido a que, solo con siete años de edad, perdió a su mejor amiga en un siniestro que cobró la vida de varias personas en Elías Piña.
Invadida por la impotencia
“Yo vivía cerca del cuartel general en la Zona Colonial y de vez en cuando bajaba a mirar los camiones y sentía emoción cada vez que observaba cuando los bomberos salían a cubrir una emergencia”, detalla Elijanie.
Con lágrimas en los ojos, cuenta que la experiencia que más le ha marcado dentro de su trabajo como bombera ha sido el incendio de un hogar en Villa Juana.
Explica que cuando llamaron a los bomberos, los agentes del Sistema de Emergencias 9-1-1 dijeron que existía la posibilidad de que en la casa hubiera personas atrapadas.
En la vivienda se encontraban varios niños al momento del siniestro, sin embargo, había otro pequeño en la habitación trasera que, tristemente, no pudo escapar y murió calcinado y por inhalación de humo.
“Cuando yo vi eso se me partió el alma porque ese niño tenía casi la misma edad que mi hijo y me dolió tanto porque yo quería hacer algo más. Afuera, el papá me decía: ‘Huye, bombero, tráeme a mi hijo, dígame que está bien’. En ese momento pensé en el mío que lo dejo en casa para ir a ayudar a alguien más y puede ser que le pase algo y yo no esté ahí para protegerlo”, detalló.
Narra que no quería salir de ese lugar porque su deseo era quedarse a darle amor o tratar de devolverle la vida. Además, dice que no pudo contener sus lágrimas al momento de decirle al padre que su pequeño había fallecido.
Después de este suceso la bombera tuvo que ir a terapias psicológicas para poder superar la frustración que sufrió en ese momento.
“Un día me tocó ir a buscar a mi hijo al colegio uniformada con todo el equipo, y todos sus compañeros de clase se sorprendieron al verme y decían: ‘Miren la mamá de Eikel, es bombera’, y me llenaron de preguntas a lo que mi hijo respondió orgulloso: ‘¡Sí, mi madre es bombera, y hay muchas mujeres bomberas más!’”, cuenta con un rostro alegre, pero con rastros de las lágrimas del momento inolvidable.
Después de este día, el hijo de Elijanie les recordaba a sus compañeros del centro educativo la función de su madre como bombera, y se convirtió en un multiplicador de lo que había visto en los entrenamientos.
Eikel les preguntaba a sus compañeros si conocían qué hacer en caso de un incendio, además les enseñaba qué debían de conocer, dónde estaban las puertas y cómo cerrar los tanques de gas.
Un hecho que la marcó
El incendio ocurrido en la fábrica de papel de Villa Juana el miércoles 13 de enero de 2021 marcó a la teniente físicamente. “En ese incendio mi piel se inflamó, me salieron erupciones en el rostro y otras partes del cuerpo”. Aún se notan las marcas sufridas en su piel.
La teniente de 35 años es estudiante de Comunicación Social, asistente en una mueblería y bombera. “Mi tiempo libre yo se lo dedico a mi familia y a los bomberos porque eso es mi vida”, añadió.