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Contaminación acústica

¿Sabías que el ruido afecta el cerebro?

El ruido, definido como un sonido indeseado, tiene múltiples efectos negativos. Más allá de interferir en la comunicación, en el rendimiento intelectual, en el estado de ánimo... es un contaminante que provoca trastornos del sueño, emocionales, cardiovasculares y, el deterioro cognitivo en niños.

“No son cosas simples. Está demostrado que el ruido afecta el rendimiento intelectual sobre todo, la memoria a corto plazo. Las voces y otros ruidos discontinuos resultan perjudiciales. En las aulas que hay muchos ruidos, está demostrado que se dificultan la comprensión y el aprendizaje de los escolares”, lo afirma el nurólogo José Silié Ruiz. Se ha comprobado que el ruido hace mal, dado que provoca aumento de la tensión arterial, sordera, dolores de cabeza, impide dormir, aumenta la irritabilidad, producen ulceras gástricas, aumenta los chances de producir accidentes, es decir que esa horripilante contaminación acústica, no es gratuita para el cerebro, la salud emocional, y la global. El especialista explica que se oye con el lóbulo temporal, ubicado cerca de los oídos y de aquí se envía un mensaje que se descodifica en el lóbulo frontal y luego al límbico, donde los asociamos con los recuerdos, desde donde se envían mensajes a todo el cuerpo. “El mundo actual con maquinarias, edificaciones, bocinas, alarmas, ruidosas campañas políticas, vecinos sin educación, discotecas, las bulliciosas calles con una densa carga vehicular, los colmadones con sus bocinas y sus deliveris con motores viejísimos sin moflers, una construcción vecina, los ruidosos motores ninjas, vehículos ruidosos contribuyen al deterioro de la salud cerebral”, asegura.

Importancia de los decibeles

El ruido no solo afecta por su intensidad, sino por igual por su duración. Veamos la explicación en los decibles (dB), que son las unidades empleadas en la acústica como una magnitud de referencia sonora. La explosión de una bomba atómica produce 200 dB, un concierto de rock y un colmadón dominicano 140 dB, una motocicleta 120 dB, una conversación normal en otros países más silentes 40 dB, una conversación entre dominicanos 60 dB, el ruido de un mosquito al oído 20. “Como vemos al pobre infortunado que le tocó ser vecino de un colmadón o vivir en un vecindario de grandes alborotos, está destinado a padecer irritabilidad y mal humor. La respuesta es que el cerebro se modifica con las agresiones sonoras, pues no sólo producen sordera o tinnitus (chicharras en el oído), sino que modifican nuestro cerebro para la interpretación del habla”, dice Silié Ruiz.

Según un estudio publicado en la revista ‘Ear and Hearing’, calzado por Michael Kilgard, de la Universidad de Texas, estar expuesto regularmente a más de 100 decibles produce sordera o disminución de la audición. La tolerancia para el ruido deber ser cero, está demostrado que provoca daños graves e irreversibles al sistema nervioso, al cardiovascular, al gastrointestinal y a la audición, en fin, que produce daños reales como la muerte. “Como todos los ‘pensantes’ de nuestro país, sueño con utopías, me gusta ‘soñar’ respetuosas perfecciones sociales, en los casos importantes de agresiones sonoras, para frenar a esos patibularios sonoros. Permítanme citar a Arturo Schopenhauer, filósofo alemán, quien señaló: ‘La inteligencia, es una facultad humana que es inversamente proporcional a la capacidad de soportar ruidos’. Con el ruido, quien sufre es nuestro cerebro, sabido es que entorpece nuestras funciones cognitivas: atención, memoria, percepción, planificación, etcétera. Por todo esto planteamos que se debe regular con más rigor este aspecto de la desamparada sociedad de estos ruidosos agresores”, concluye el neurólogo.