Doña Angelita Tejada, más de 56 años de servicio comunitario

Si algo debe definir a un ser humano es el don de servicio. Así lo considera doña Angelita Tejada, una dirigente comunitaria y servidora pública que lleva más de 56 años ayudando a la gente desde distintos ámbitos.

A pesar que desde los 11 años se ha dedicado a la labor social, desde que ingresó a su parroquia como catequista, no fue hasta hace poco cuando descubrió que nació con esa virtud.

Tras ser designada como directora de Desarrollo Comunitario de la Alcaldía de Santo Domingo Este, doña Angelita se ha visto involucrada en la creación de cientos de juntas de vecinos, lo que le ha permitido llegar hasta los lugares más recónditos del municipio, y donde ha descubierto la verdadera cara de la pobreza.

Su mayor virtud: Servir a la comunidad

“Yo siempre hago algo, porque en verdad yo no sabía que yo era comunitaria, esto es un nombre que yo descubrí aquí, aprendí con mis padres el don de servir. A la edad de 11 años ya yo era catequista en mi parroquia, y aprendí a servirle a la gente”, recuerda.

Maestra de profesión, siempre se orientó a alfabetizar a niños con bajo nivel de aprendizaje, en una época en donde ese tipo de condición aún no estaba del todo claro.

Indica que el maestro de vocación no distinguía lo que eran niños con esa condición, sino que se enfocaban en dedicarle más tiempo de lo normal.

Forma parte del Club Rotario y de la Fundación Pico Duarte, desde donde lleva su obra a distintos comunidades de escasos recursos.

“Sigo perteneciendo a los renglones de la iglesia, me integro a los servicios de la fundación Pico Duarte, que se encarga de traer jóvenes de los campos más remotos, donde no existe educación universitaria, para pagarle su universidad”, dice.

Agradecimiento y entrega son los dos pilares en los que sostiene su labor. Para ella la juventud es el futuro de un país, y cuyo triunfo está en su capacidad intelectual y en el amor que demuestren hacia los demás. Los insta a que respeten a los mayores y que amen su comunidad.

Una de sus principales tareas es trabajar con jóvenes que dejaron sus estudios por falta de ingresos para que vuelvan a la universidad. El 60% del personal de la dirección son jóvenes, y casi un 30% tiene alguna capacidad especial o de inclusión.

“Yo no había descubierto que era comunitaria, y todo el tiempo me lo había pasado sirviéndole a la comunidad, es cuando descubro que sí, que realmente el don de servicio lo tengo. Es servir a la comunidad, servir a los demás y es lo que hago aquí en Desarrollo Comunitario¨, señala.

Su labor

De su labor, recuerda los lugares más desfavorecidos que ha visitado, entre ellos el sector La Orquidea II, próximo al Hipódromo V Centenario, donde no hay agua ni luz. Allí acudieron a formar una junta de vecinos. “Eso es inhóspito, yo me atreví a preguntarle: por aquí cómo es la delincuencia, nooo, pero a qué van a ir, porque no hay qué robar”.

“Para mi trabajar para los comunitarios, pero sobre todo los más pobres, cuando uno llega a donde la gente pobre qué bien atienden a uno, me he ganado el cariño de los comunitarios, pero es por eso, porque yo no tengo distinción, para mí clase media alta, clase media, y el más pobre frente a Dios no hay distinción. Yo me considero una mujer cristiana, y a esta edad lo que quiero ganarme es el cielo, entonces para ganarse el cielo hay que ser desprendido, y tratar a los demás como me gusta que me traten”, reflexiona.

Con más de 60 años residiendo en el municipio, conoce cómo se vive allí, porque para ella ser comunitario es descubrir su comunidad, aprender a valorar a la gente, entregarse a los demás y estar presto para servir, sin importar espacio ni lugar.

“Mi oficina es una casa que siempre los acoge, siempre vienen con ese amor y esa entrega, que piensan que van a recompensar a la Alcaldía por haber llegado hasta ellos, es mi gran satisfacción”, recuerda con gratitud.

Con 680 Juntas de Vecinos conformadas, trabajan para impactar de manera positiva a cada comunidad o sector donde están instaladas, lo que ha permitido hacer frente a las necesidades del municipio más grande, no solo de República Dominicana, sino del Caribe.

“Y tratamos de llegar a la gente, de dar lo mejor de nosotros, ir con sencillez, con amor, con entrega, este es un trabajo que solo se hace por amor”, indica.

Considera a las Juntas de Vecinos como la columna vertebral de los ayuntamientos, ya que sin los comunitarios la institución pierde su esencia, porque son los que tratan que se les resuelva sus problemáticas.

“Aquí atendemos a las iglesias, las asociaciones, a todo el mundo, y tratamos de que todo el que llega a nosotros sea atendido con dignidad, como se merece”, sostiene doña Angelita, quien recientemente recibió el premio Trinitaria del Año, otorgado por la Alcaldía, por su ardua labor al servicio de la gente.

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