MEMORIAS DE VIAJES
Ermita de San Antón, en quizás el primer barrio marginal del Nuevo Mundo
Sector. San Antón surgió ‘como expresión espacial de una sociedad dividida en clases con una gran disparidad’.
La idea de visitar varios templos en las afueras de la Ciudad Colonial no es tan fácil como suponía. Pese a ir en auto, con Alexis manejando, me siento perdida entre calles por las cuales en años no había pasado, hasta llegar a la ermita o iglesia de San Antón. Es que hemos tomado la dirección indicada por el GPS, y no por las cercanas y conocidas ruinas del Monasterio de San Francisco. De esto me percato al llegar.
Unas amplias escalinatas mantienen despejado el espacio, haciendo resaltar la iglesia que, en desuso y sin culto alguno, en vez de puerta tiene tablas cubriendo el hueco de entrada. Hacia la ermita subo deteniéndome ante un antiguo pozo que, hoy por hoy, sirve de basurero a algunos negligentes transeúntes. La capilla o ermita de San Antón, según la definía María Ugarte en ‘Iglesias, Capillas y Ermitas Coloniales’ (1995), es ‘centro y corazón del barrio que lleva su nombre’. Es una reconstrucción en piedra y ladrillo del pequeño templo ‘sobre la base de fotografías antiguas que han permitido hacer un trabajo en el cual nada se ha inventado porque todo obedece a las características originales que revelan los documentos gráficos’.
Barrio y Fuerte
El origen de este barrio, según informe de la Comisión de Monumentos citado por Ugarte, ‘se remonta a los inicios de los de la ciudad antigua de Santo Domingo’. ‘… surge como expresión espacial de una sociedad dividida en clases con una gran disparidad entre ellas (nobles, aristócratas coloniales versus plebeyos, indios, mulatos, negros, gente humilde)’. Según dicho documento ‘podemos deducir que San Antón fue uno de los primeros barrios marginales del Nuevo Mundo, sino el primero’.
Caminamos por el sector y, sin buscarlo, mi vista tropieza con antiguos muros. Son del Fuerte de San Antón, aunque incompleto sigue en pie. Pensaba que solo habría restos de la muralla. Me equivoqué. A través de un espacio abierto que conecta dos calles, caminamos Alexis y yo. Al aire libre al lado del fuerte, sentados en unas sillas de un local comercial varios vecinos conversan sin mascarilla. En la acera, la basura se amontona adosada al muro de este antiguo monumento que pocos conocen. Y, sin embargo, es parte de la historia de la Ciudad Colonial.
Ermita
‘El pequeño templo es de cruz latina, el techo romano de dos vertientes pronunciadas. El ábside se cierra en forma de testero plano. La espadaña piramidal tiene huecos para tres campanas. Las puertas son de estilo herreriano’. (María Ugarte).