COSAS DE DIOS
El gato
El cadáver estaba en medio de la calle. El gato, más que muerto, parecía dormido. Lourdes, mi compañera de caminata mañanera, me pregunta —¿Estará vivo? —Dimos un paso más, se hizo evidente que no era así. —Debieron atropellarlo en la madrugada —le dije yo—, hace poco. Pues aún no empezaba a descomponerse, el animal parecía intacto y, sobre el asfalto no observamos, a la distancia, rastros de sangre.
Mucho pensar
Nos compadecimos del pobre gato —¡Qué pena! —dijimos las dos. Y yo, sin compartirlo, pensé que se convertiría en un asunto de salud pública, cuando abrieran el tránsito de la Avenida de la Salud, un vehículo podría pasarle por encima y crear en el área un desastre de hedor y vísceras aplastadas. También, a un conductor podría sorprenderle encontrar un gato, que parecía dormido, en medio de la calle, frenar de golpe, y ocasionar un accidente. Pero, aún sin que lo tocaran, el gato muerto sería un inconveniente, terminaría pudriéndose en la vía pública y, tratándose de un lugar como la Avenida de la Salud, donde miles de personas caminan a pie cada día, significaba un problema. Pensé mucho, pero no hice nada. Seguí mi camino, ejercitándome, y olvidamos por completo al gato.
Gente buena
Hablamos de Afganistán, de la impotencia de ver seres humanos, tan desesperados, que se aferran a las alas de los aviones y terminan precipitándose al vacío desde miles de metros de altura. Y lamentamos los más de mil muertos, por el terremoto en Haití. En fin, que ambas somos buena gente, preocupadas por la humanidad. Pero, con relación al gato, en medio de la calle, no hicimos nada. De hecho, al retornar, lo habíamos olvidado por completo. Lo recordamos solo al ver, a lo lejos, una acción que logró detener el tránsito de los caminantes en el área alrededor del gato muerto.
Edison, un cristiano
Un joven cristiano, a quien conozco, de esos que se visten con esmero para ejercitarse, que sirven para protagonizar un anuncio, debió pensar lo mismo que yo, sobre el problema que significa un gato muerto en medio de la calle, la mayoría de los transeúntes volteaban a mirar y parecían comprenderlo. Pero nadie se hizo una pregunta elemental, ¿qué puedo hacer para solucionar o palear la gravedad de este asunto? Edison, así se llama este joven, sí. Él buscó periódicos viejos, tomó el cadáver del gato, con delicadeza y pena, y lo trasladó a un lugar, donde, quienes limpian el parque, podrían retirarlo más tarde. La verdad es que, como él, muchos somos buenas personas, nos preocupa el bienestar general. Pero pocos nos detenemos para agacharnos, ensuciarnos las manos con periódicos viejos, y recoger un gato muerto que, si se descompone, se convertirá en un problema de todos, también de nosotros.