HISTORIAS

Tres madres que nunca han podido ver a sus hijos

Ellas aman más de lo que pueden ver

Satisfecha de ser madre, Ivelisse posa con su tres hijos, a quienes ama más allá de lo que sus ojos pueden ver.

Satisfecha de ser madre, Ivelisse posa con su tres hijos, a quienes ama más allá de lo que sus ojos pueden ver.

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Patria Reyes RodríguezSanto Domingo, RD

Para una madre lo más importante es amar y proteger a sus hijas e hijos, sentir lo que sienten y tenerles cerca para asegurarse de que crecen sanos. Verlos sería deseable, pero no imprescindible para quien lleva en su vientre el poder de la vida y la capacidad del amor verdadero.

Katherine Flete, Yajaira Peña e Ivelisse Villavicenso, quienes tienen discapacidad visual, cuentan que nada les ha impedido ejercer su rol de madres y mujeres. Los límites -dice Flete- no están en ellas, sino en el estigma de la gente. Estas son sus historias.

KATHERINE FLETE: “NO ME HACE FALTA VER PARA CUIDAR A MIS HIJAS”

Katherine Flete nunca ha podido ver el rostro de sus hijas, Kelly, de cinco años, y Kyllie, de once meses, pero sabe perfectamente cómo son, las abraza y sabe con exactitud si están bien o no. Toca sus rostros y en su corazón se delinean perfectamente sus figuras, sabe lo que sienten y necesitan.

Nació con una visión muy reducida, fruto de un glaucoma congénito y ya a los cinco años nada podía ver. Su limitación visual no le impidió graduarse de abogada y formar una hermosa familia con Kelvin, quien también tiene ceguera de nacimiento y con quien tiene dos niñas, Kelly y Kyllie.

Cuando supo que estaba embarazada tuvo miedo, cuenta a Listín Diario, porque no sabía cómo iba a lograr cuidar a su niña, cambiarle el pamper, bañarla y saber si en algún momento podía estar en peligro.

“A mí no me hace falta ver para cuidar a mi hija, si yo la parí es porque tengo el instinto de cuidarla”, se decía Katherine ante los comentarios inapropiados de personas que cuestionaban su decisión de ser madre.

Muchos de sus miedos eran infundados, afirma en la entrevista, porque muchas de las cosas que le pasaban a Kelly ella las sabía antes de que otras personas a su alrededor las pudieran ver.

Con su segunda niña ha tenido que enfrentar momentos difíciles, ya que al mes le detectaron una lesión en su ojo izquierdo que luego se determinó que era un tumor ocular llamado retinoblastoma, lo que le ha generado muchas angustias.

“Cuando me dijeron eso yo pensé: ‘Yo me muero aquí’, y esperando ver al retinólogo, yo me estaba volviendo loca”, expresa.

Katherine narra que ha sido un proceso difícil, porque su hija tan pequeñita tuvo que soportar nueve sesiones de quimioterapia y aunque ya está mejor aún permanece el miedo de que la enfermedad vuelva a surgir.

Cuando le preguntó cómo se imagina a sus hijas dice: “Son unas niñas hermosas, a mí no me hace falta ver para saber cómo son ellas, yo las conozco desde la punta de los cabellos hasta la punta de los pies”, afirma Katherine con una expresión en sus ojos que dejaba claro lo que quería decir.

Agrega convencida que esa es la ventaja de ser madre “porque como estuvo dentro de ti y como lo cuidaste desde el nacimiento, ya tú sabes cada aspecto de tu hija”.

Con una expresión de satisfacción en su rostro, Katherine refiere que ser madre es una experiencia tan maravillosa que no importa el agotamiento que a veces siente siempre trata de disfrutar a sus niñas consintiéndolas sin ningún temor.

Una mujer 100 x 100

Katherine, teniendo discapacidad visual, combina su rol de madre y esposa con su trabajo como abogada en Proconsumidor y además es presidenta de la Cooperativa de Mujeres con Discapacidad -CoopVioleta-, la primera en su género conformada exclusivamente por mujeres con discapacidad visual.

Cada día se traslada sola desde su casa en la Ciudad Juan Bosch hasta Proconsumidor. Cuenta que primero coge una OMSA, luego el Metro y por último un motor e igual cuando va de regreso.

Se queja de lo poco inclusiva que es la ciudad y señala su lucha contra los mitos y estigmas sociales.

Sus miedos

A esta madre con discapacidad visual le preocupa la salud de su hija pequeña, que el tumor la vuelva a atacar con tan poca edad, aún no cumple el año.

Teme también a la presión social que puede implicar para ellas que su mamá tiene una discapacidad visual y explica que muchas veces la sociedad obliga a replantearse sus roles en función de que se hagan responsables de cuidar a su mamá y a su papá porque son “ciegos”.

“Eso no es lo que yo quiero, porque yo las parí a ellas, no ellas a mí”, señala manifestando que ella quiere siempre proteger a sus hijas.

YAJAIRA PEÑA: “NO ES TAN DIFÍCIL PORQUE YO SOLAMENTE NO VEO”

Otra historia de madre es la de Yajaira Peña, a quienes todos conocen como Yaris. Perdió la visión progresivamente, es casada y tienes dos niñas que nacieron sin ningún tipo de discapacidad visual. Inició estudiando derecho pero por su discapacidad se especializó como masajista.

Logró conocer el rostro de sus hijas, aunque de manera difusa, antes de perder totalmente la visión y recuerda ligeramente su imagen. Afirma que su discapacidad no le ha impedido ejercer su rol de madre: “Yo las peinaba, las bañaba, las cambiaba, yo les compro ropa, solo tengo que ver cuál es el size. A definir su contextura física dice que Yarisbel es la más gordita y Francheska, la más flaquita.

Con cierto titubeo afirma que no ha sido difícil el trayecto porque cuenta con un esposo amoroso que la ha acompañado en todo el crecimiento de sus niñas.

Al hablar de su educación expresa que ha encontrado maestras y maestros buenos que saben sobrellevar la situación, pero dice “y no es que es tan difícil, porque yo solamente no veo”.

Al referirse a los obstáculos que ha encontrado en su rol de madre explica que ha sido muchos. Refiere que como observan su discapacidad visual piensan que necesita a otra persona para que la represente, pero dice que ella puede hacer todo lo que necesitan sus hijas.

IVELISSE VILLAVICENSO: “ES DIFÍCIL IR A SUS PRÁCTICAS Y NO VER SUS LOGROS”

Para una madre no hay obstáculos insalvables. Ivelisse Villavicenso padece deficiencia visual congénita, sin embargo, esto no le ha impedido hacer su vida con normalidad.

Es madre de tres, dos que nacieron de su vientre y una que aceptó al casarse con su pareja.

“Ser madre es lo más lindo y gratificante que he experimentado en mi vida completa. ¿Que ha significado grandes retos? Sí, pero mis hijos son ese motor que cada día me impulsan a seguir dando lo mejor de mí”, manifiesta sin pensarlo dos veces y sin remediar en los sacrificios.

Nació en Higüey y a ella no la ha limitado la ceguera para cumplir con su rol de madre, dice que lo importante que entendamos que todas las personas son distintas y a cada le toca aprender herramientas para hacer más fácil su vida.

Su baja visibilidad no le permite apreciar los rasgos físicos de sus hijos, pero asegura que lo más importante es estar presente, darles el amor que necesiten, fomentar buenos valores y principios, que puedan recibir una formación adecuada, tanto en la escuela como en la casa, es decir, acompañarlos en esos distintos procesos de la vida.

Katherine Flete no se limita porque no puede ver. Trabaja como abogada y atiende a sus hijas, a quienes ama y protege.

Yaris afirma que sus hijas saben desde pequeñitas que su mamá no puede ver y siempre la cuidan.