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FÁBULAS EN ALTA VOZ

La hormiga y el elefante

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Marta QuélizSanto Domingo, RD

A veces se cree que el tamaño influye para perder o ganar una batalla. Se piensa que una baja estatura pone en peligro a quien se enfrenta con alguien corpulento y fortachón. A cualquier de nosotros que se le pregunte que quién ganaría en una lucha entre la hormiga y el elefante, de seguro que la respuesta sería: “el elefante”. Pero no es así. No siempre la fuerza es la que se impone en el combate. La inteligencia ha sabido ganarle más de una vez a las libras, a los seis pies de estatura, y hasta a las armas.

¿Por qué?

¡Simple! Una mente que calcula, que sabe utilizar la psicología inversa y que da libre albedrío a su contrincante tiene todas las de ganar. La hormiga, por lo regular no da paso en falso, le hace creer al elefante que le teme porque es un gigante, y lo deja que siga su marcha creyéndose la gran cosa. En lo que todo esto pasa, ella les deja saber a sus compañeras que se encuentra en peligro. Es ahí, cuando ¡manos a la obra! Se preparan para ‘picarles’ las patas al elefante que, sin poder rascarse, sale despavorido en búsqueda de ayuda. Porque la táctica es crear la estrategia para dominar al gigante, jamás enfrentarlo sin las herramientas necesarias para vencerlo.

La astucia está en la mente, no en el tamaño

En la ciudad fabulosa donde tuve la oportunidad de ver a la hormiga ganarle al elefante, noté que ser astuto no es ser alto, bajito, gordo, flaquito, lindo o no tanto; tener dinero o no poseerlo… Nada de eso. Es simplemente, saber crear la estrategia con una base sólida y utilizando la mente, y luego responder con coherencia a los ataques. Allí noté que algunos quieren salir ganando solo porque se sienten más ‘grande’ que el otro, pero en su afán de empoderarse, de dar órdenes y de salirse con las suyas se olvidan de que hay ‘hormiguitas’ por ahí que todo lo están calculando, que tienen el control absoluto de sus pasos y que, en cualquier momento, le pican las ‘patas’ y le hacen caer. La muestra de que esto es así, lo edifica el reciente caso Operación Coral, donde los que daban las órdenes, sencillamente, terminaron atrapados en la red de quien las recibía. No subestimes al ‘pequeño’ que su grandeza está en la astucia con que actúa.

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