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¿Tengo alergia al sol?

Los baños en la playa o en la piscina, las excursiones al campo y las actividades al aire libre pueden dejar su impronta en la piel y no solo en forma de bronceado. Ronchas, ampollas o granitos son algunas de las consecuencias indeseadas que, a veces, tiene la exposición solar.

A las reacciones cutáneas que se producen debido a una reacción anómala a la exposición solar se las suele llamar alergia al sol. Sin embargo, “el término es incorrecto ya que, en la mayoría de los casos, no se produce la activación del sistema inmunológico que ocurre en los procesos alérgicos. Por lo tanto, sería más apropiado denominarlas fotodermatosis”, explica María Victoria de Gálvez, dermatóloga del Grupo de Fotobiología de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

La especialista señala que las manifestaciones que pueden darse en la piel debido a la exposición solar son muy variadas.

“Pueden aparecer lesiones tipo quemadura solar (desde un eritema intenso a lesiones ampollosas), ronchas, lesiones papulosas (como granitos), lesiones con contenido líquido o alteraciones de la pigmentación, entre otras. La mayoría de las veces ocasionan picor y sensación de quemazón”, describe.

La dermatólga afirma que, por lo general, estas lesiones son transitorias y no suelen dejar cicatrices. No obstante, aclara que, si afectan a las capas más profundas de la piel, sí que pueden dejar marcas permanentes.

Además, hay una gran cantidad de fármacos capaces de desencadenar una fotodermatosis.

Es el caso de “ciertos diuréticos como la hidroclorotiazida, de la carbamacepina (un anticonvulsivo) o de algunos medicamentos antiarrítmicos”, apunta.

Asimismo, la doctora De Gálvez detalla que las lesiones pueden aparecer, tanto si el medicamento se ingiere, como las cápsulas o los comprimidos, como si se aplica directamente sobre la piel en forma de crema, lo que suele ocurrir con ciertos antiinflamatorios que contienen ketoprofeno y que se emplean tras un traumatismo.

Las lesiones asociadas a la fotodermatosis pueden aparecer mientras se permanece al sol o bien a posteriori.

“Si se está expuesto al son en el momento en el que aparecen las lesiones de la piel, lo primero que se debe hacer es retirarse de la exposición solar. Después, el tratamiento dependerá del tipo de lesiones que se hayan desarrollado. En muchas ocasiones, requieren el uso de antiinflamatorios, antihistamínicos y cremas reparadoras”, manifiesta.

Para prevenir este tipo de lesiones, la doctora De Gálvez aconseja realizar una exposición solar gradual y emplear medidas para protegerse del sol, como sombreros, gorras, ropas específicas y uso de fotoprotectores tópicos.

“Si se van a realizar actividades al aire libre o se va a permanecer al sol durante un tiempo prolongado, es recomendable consultar aplicaciones móviles o páginas web para conocer el índice de radiación ultravioleta del lugar. En caso de que sea muy elevado, hay que extremar las medidas de fotoprotección y complementarlas con antioxidantes orales”, indica.

El índice de radiación ultravioleta se mide en una escala cuyos valores van de cero hacia arriba y permiten valorar el grado de nocividad para la piel y los ojos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recalca que, cuanto mayor sea el índice de radiación ultravioleta, mayor es el riesgo de lesiones cutáneas y oculares.

“Utilice el índice de radiación ultravioleta para planificar sus actividades al aire libre. Cuando sea igual o superior a “3” debe emplear medidas de protección”, subraya.

En este sentido, la AEDV detalla que entre “1” y “3” se considera exposición baja; entre “4” y “6”, intermedia; entre “7” y “9”, alta y ,cuando el valor es superior a “10”, exposición extrema.

La doctora De Gálvez destaca que cuando los valores del índice de radiación ultravioleta comienzan a subir, “hay que extremar la fotoprotección, especialmente en pacientes polimedicados y en personas que padezcan alguna enfermedad que curse con fotosensibilidad”.

Así, Antonio Bello, dermatólogo del Hospital Quirón Salud de Tenerife (Islas Canarias, España), explica que “existen diversas enfermedades de la piel que pueden agravarse por efecto de la luz ultravioleta, pero que no se incluyen dentro de las fotodermatosis”.

A lo que añade: “la fotosensibilidad es una manifestación del proceso básico de la enfermedad y no su causa. Entre esas enfermedades que se agravan por el sol, se incluyen el lupus eritematoso, la dermatomiositis, el pénfigo, el penfigoide, la rosácea y varias dermatosis víricas como el herpes y la varicela”.

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