Opinión

COSAS DE DIOS

Los curas silenciados

“En España, -me contaba, el otro día, un sacerdote- los curas no pueden hablar, como lo hice yo hoy en misa, por pru­dencia. Mis amigos me dicen que los acusan o los agreden, es peligroso”. Es­te religioso no se refirió en su sermón al narcotráfi­co, el crimen organizado o la corrupción estatal. El tema peligroso para abordar en el púlpito, también en los medios de comunicación y en conversacio­nes informales en España y otros muchos países del mundo, es la homosexualidad.

Crimen de odio Aunque este sacerdote no utilizó palabras ofensi­vas para referirse a quienes mantienen relaciones sexuales con personas de su mismo sexo, solo expli­có la teoría expuesta en un libro que habla de cómo carencias afectivas pueden provocar un trauma y llevar a una práctica distorsionada de la sexualidad, efectivamente, ese planteamiento viola leyes vigen­tes en naciones que ya han incorporado sanciones contra todo aquel que cuestiona la homosexualidad y el aborto. A favor de estas prácticas usted puede decir cualquier cosa pero, si las contradice, se llama “crimen de odio”.

No es cobardía “Ellos callan, en España, para preservarse porque, si no están, ¿quién guía el rebaño?, me pregunta el sacerdote con el cual conversaba. Parece un ac­to de cobardía, pero sé que no lo es, pues he leído sobre muchas legislaciones absurdas con relación a este tema. Por ejemplo, a los padres no les está per­mitido llevar al psicólogo a sus hijos cuando obser­van confusión en sus preferencias sexuales, pero estos niños sí pueden decidir cambiar de sexo, con anuencia o no de sus padres. Recuerdo, también, dentro de todo este absurdo que vivimos, el médico condenado, en Argentina, por salvar la vida del be­bé cuando también salvaba a la madre que intentó practicarse un aborto.

Están en la cocina Y si todo eso le parece lejano, recuerde que en ene­ro el Coronavirus era un problema de China. En nuestro caso, a la “Agenda de Género” ya le permi­timos entrar a la cocina de las leyes dominicanas: el Congreso. Y, este fin de semana, en las eleccio­nes Presidenciales y Congresuales, vamos a escoger personas que las cocinen, la sirvan y nos obliguen a comerlas, o que se nieguen a aprobarlas. Lo re­comendables es votar por aquellos que, al menos dicen, creer en lo mismo en lo que usted y yo cree­mos.

¿Por quién? Si, en su caso, está a favor del aborto y la agenda de los LGTB, lesbiana, gais, transexuales y bisexua­les, debe apoyar a quienes simpatizan con ellos. Pe­ro si no es así, le sugiero que, por lo menos, tome en cuenta a aquellos que han expresado su apoyo a la vida y la familia. Porque, hasta decirlo, se va convir­tiendo en un acto de valentía, que implica sus ries­gos, y recuerdo a los curas españoles, que ni pue­den decir lo que piensan.

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