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REGALOS NAVIDEÑOS

Los regalos de segunda mano y las ‘experiencias’ siguen en los primeros lugares de las listas navideñas

Sarina Roberts se prueba un par de gafas de sol en Ina, una tienda de consignación en el barrio Chelsea en Manhattan el 14 de diciembre de 2019. Hay indicios en los hábitos de compra de los estadounidenses que señalan que cada vez más personas se están pronunciando de manera silenciosa en contra del materialismo: algunas simplemente aceptan la sencillez y rechazan el desorden, mientras que otras evitan endeudarse y gastar de más; y otras se preocupan por los desechos que afectan el medioambiente y el cambio climático. (Maridelis Morales Rosado/The New York Times)

Sarina Roberts se prueba un par de gafas de sol en Ina, una tienda de consignación en el barrio Chelsea en Manhattan el 14 de diciembre de 2019. Hay indicios en los hábitos de compra de los estadounidenses que señalan que cada vez más personas se están pronunciando de manera silenciosa en contra del materialismo: algunas simplemente aceptan la sencillez y rechazan el desorden, mientras que otras evitan endeudarse y gastar de más; y otras se preocupan por los desechos que afectan el medioambiente y el cambio climático. (Maridelis Morales Rosado/The New York Times)

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The New York TimesSanto Domingo

Hace mucho tiempo te habrías puesto verde al recibir un suéter de segunda mano o una lata de galletas caseras en las fiestas navideñas. Eso parecía no concordar con una cultura que promueve la ropa de diseñador, los juguetes de acción más novedosos o las camionetas deportivas adornadas con inmensos moños rojos.

Por supuesto, los obsequios extravagantes opacan a los más modestos, pero hay señales de que cada vez más estadounidenses se están pronunciando en contra del materialismo, aunque sea de manera silenciosa. Algunos simplemente aceptan la sencillez y rechazan el desorden, mientras que otros evitan endeudarse y gastar de más; sin embargo, otros se preocupan por los desechos y sus repercusiones en el medioambiente y el cambio climático.

Sin importar la razón, cada vez más personas están regalando y recibiendo artículos usados, obsequios fabricados en casa, o “experiencias” como clases de cocina y viajes, o incluso donaciones a instituciones de beneficencia en su nombre o (¡válgame!) a veces nada.

Primero, un aviso legal: las ventas minoristas siguen dominando.

Casi 190 millones de estadounidenses hicieron compras en línea o en tiendas durante el fin de semana de Acción de Gracias este año, un aumento del 14 por ciento con respecto al año pasado, de acuerdo con la Federación Estadounidense de Ventas Minoristas. La mayoría adquirió mercancía nueva y solo el siete por ciento hizo parte de sus compras en tiendas de segunda mano, afirmó Craig Shearman, portavoz de la federación.

No obstante, la preferencia por artículos de segunda mano, regalos caseros o experiencias como ir a un concierto sinfónico o hacer un viaje exótico ha seguido creciendo desde 2016, cuando los analistas comenzaron a notar la tendencia. Mediante encuestas en línea realizadas a 1700 compradores en 2018, la empresa de investigación de mercado Mintel reveló que aproximadamente una quinta parte de los encuestados estaba de acuerdo con que “regalar experiencias” era mejor que regalar bienes tangibles. En 2019, una encuesta similar demostró que aproximadamente la mitad de los encuestados estaba de acuerdo.

Un sondeo diferente realizado hace poco en línea reveló que aproximadamente la mitad de los compradores que respondieron consideraría regalar prendas de segunda mano y que también recibirían con gusto un regalo como ese. “En realidad, todo el estigma en torno a los artículos de segunda mano está menguando o desapareciendo”, afirmó Jill Standish, directora sénior de consultoría de ventas globales en Accenture, la empresa consultora que realizó la investigación.

El concepto de proteger tu dinero evolucionó al de proteger al planeta.

Los inspectores de la industria aseguran que estas formas alternativas de regalar comenzaron como una forma de ahorrar dinero, pero han evolucionado rápidamente a una manera de reflejar otros valores.

Uno de ellos es proteger el medioambiente. Las advertencias respecto al cambio climático hacen que cada vez más personas piensen en los océanos llenos de plástico y los cielos repletos de humo de las fábricas textiles en China. Estas imágenes chocan con las de los obsequios encantadoramente envueltos en un papel costoso debajo de un árbol natural que se desarraigó y se envió desde una zona rural.

Eva Raposa, de 37 años, estratega de negocios en Martha’s Vineyard, Massachussets, les ha dicho a sus familiares que, si quieren regalarle algo a su hija de 8 años, tienen que comprarlo en las tiendas de consignación de la isla.

“Empecé a sentirme incómoda con la forma en que mis familiares prodigaban a mi hija artículos del extranjero”, comentó Raposa. “Era moda desechable. Se la daban con amor, pero para mí era basura”.

Algunas personas afirman que le hemos dado prioridad a regalar objetos materiales a nuestros amigos y familiares en lugar de darles algo más valioso: pasar tiempo con ellos.

Las tiendas de consignación y de segunda mano están encantadas.

Milo Bernstein, uno de los propietarios de Ina, un grupo de cuatro tiendas de consignación de lujo en Nueva York, comentó que las ventas en sus locales solían bajar en noviembre y diciembre. Eso sucedía cuando las personas dejaban de comprar para sí mismas y comenzaban a comprar artículos nuevos al menudeo para los demás.

En los últimos cuatro años, las ventas en esos mismos meses se han mantenido estables e incluso se han incrementado, una señal de que las personas están usando las tiendas de consignación para sus compras navideñas.

“Los hombres entraban y preguntaban: ‘Quiero comprar un bolso Fendi para mi novia, ¿tiene la caja original? Porque no quiero que piense que compré un bolso usado’”, narró Bernstein.

Ya no sucede. Ahora hay más probabilidades de que los clientes presuman con sus seres queridos que compraron los regalos de segunda mano, dijo.

“De alguna manera, incluso es mejor que no contribuyas a generar más desperdicios en el planeta”, señaló Bernstein.

El mercado del arte también ha aumentado. Bernardette Horgan, portavoz de la Orquesta Sinfónica de Boston, comentó que la organización vendió 308 certificados de regalo en noviembre y diciembre de este año, con respecto a los 253 que vendió el año pasado durante el mismo periodo, y los 196 que vendió en 2017. Podemos afirmar que la mayoría de ellos son regalos navideños, escribió en un correo electrónico.

Por favor, dime que no es una moda de milénials.

Sí y no. La encuesta de Mintel demostró que la mayoría de los encuestados que se identificó como milénial o miembros de la generación Z, aún menor, prefería las experiencias a los obsequios.

No obstante, el 44 por ciento de los compradores que se identificó como generación X y el 40 por ciento de quienes se describieron como “baby boomers” también afirmó que preferiría recibir una experiencia como regalo que algo material.

“Eso comprueba que hay un consenso universal sobre la manera en que los consumidores dan prioridad a lo que más les importa”, afirmó Diana Smith, directora asociada de ventas minoristas y prendas de vestir en Mintel.

Y agregó que, cuando se trataba de comprar o recibir obsequios de segunda mano, no había diferencia en el comportamiento entre los grupos etarios encuestados por Accenture, dijo Standish.

Más de la mitad de los compradores de la encuesta también comentó que quería saber si los productos estaban fabricados de manera sustentable o ética.

Adriana Compagnoni, de 53 años, se inspiró en ese deseo en 2012, cuando comenzó a hacer obsequios caseros con la miel y cera de abeja que recolectaba de los panales que tiene en su patio en South Orange, Nueva Jersey.

“Quizá estaba loca, pero estaba bastante segura de que a la gente le gustaría”, dijo Compagnoni, quien también vende los artículos de fabricación casera en mercados emergentes de ventas navideñas. “No es una chuchería que terminará en un basurero o acumulando polvo en sus hogares”.

¿Continuará la moda? Eso parece.

De acuerdo con Standish de Accenture, solo hay que echar un vistazo a las cifras. En 2018, el mercado de segunda mano en Estados Unidos generó 24.000 millones de dólares. Para 2023, se espera que esa cifra alcance los 51.000 millones.