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FOLCLOREANDO

Remedios caseros

En muchos hogares se usó por mucho tiempo para bajar la fiebre la fricción del famoso “Penetro” con “berrón” (BayRum) que es sintético, aunque existe una empresa que ya lo ha industrializado, además de la aspirina con un té de hoja de naranja.

Recuerdo que si todavía seguía la fiebre se preparaba una fricción a base de orina “fresca” del sexo opuesto con sebo de Flandes caliente. Nos embadurnaban de pies a cabeza y luego nos arropaban. ¿Quién no sudaba la fiebre con esa untura?

Gasolina con leche Muchas personas iban a casa para que mi madre, doña Ena, le diera el remedio de alguna dolencia. Si le dolía la espalda, mamá decía que eso era un viento y tenía siempre preparada una botella de gasolina con leche cruda, que ni batiéndola se unían y le frotaba ese mejunje y adiós “viento”. Otras veces se aparecían con otras dolencias y yo decía en mis adentros: “Gasolina con leche”.

Fictolicina En mi hogar no faltaba la fictolicina, combinación de ácido salicílico con vaselina que venía en una cajita cilíndrica de madera de “plywood”, para los empeines y me imagino que la preparaban de forma artesanal. La vendían en la farmacia de Mingo Pla, en la calle 12 de Julio.

Vitaminas y emulsión Hasta los 10 años tomábamos Whampole, un complejo vitamínico que existía en todas las farmacias, lo recetaban los médicos y sino las madres lo compraban por su cuenta. Daba mucha fortaleza y parece que ayudaba a los muchachos en sus estudios.

Para la defensa del organismo todos tomábamos emulsión de Scott, compuesto de aceite de hígado de bacalao para el catarro. Lo único que me gustaba de esta emulsión era su color blanco. El olor era fuertísimo.

Para el ‘pecho apretao’ Me daban pastilla de bacalao, aceite de castor (más malo que el d...). No sé de dónde traían el “castor” o era el mismo aceite de “higuera”. Otro que existe pero que nunca lo tomé fue el Breacol.

A mí me curaron el pecho apretao con una botella de raíz de anamú, leche de coco y ginebra, un trago malísimo. Luego llegó el “sancochito” para el mismo caso.

Y si no querías el remedio... Antes, cuando uno no quería tomarse el medicamento los padres se ponían frente a uno con una correa o nos metían una “llave” con las piernas y nos decían: Tómatelo cul, cul, queriendo decir sin respirar.

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