EDITORIAL

El verano y sus amores

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Carmelsy ConfesorSanto Domingo

Hay tantas historias que celebran al verano, y muchas más que renacen en el amor. ¿Quién no recuerda esa aventura a la que los rayos del sol alumbró? Esos lazos de sentimientos que han protagonizado películas y han inspirado las más intensas historias de vida.

Uno pierde la cuenta de lo significantes que son y, hasta que lo mencionaron en una conversación el otro día en el trabajo, confieso que lo tenía muy olvidado.

Pero sí, tuve que retroceder el cassettey ahí estaba. No existió amor más emblemático que el de ellos. Recuerdo que cada verano ella lo esperaba -desde sus 6 años, mientras que él alcanzaba los 7-. Ella viviendo en Santo Domingo y él, que venía cada año desde Filadelfia, a pasar las vacaciones de la escuela donde su abuela.

Ese sentimiento en que descubrió emociones nuevas, y que fue testigo de tantos vellos erizados, fue emblemático.

Desde los primeros encuentros de juego donde reinaban las luchas de poder, hasta las defensas excesivas que captaban las miradas de los demás.

El calendario fue caminando y, esos agostos fueron creciendo con ellos; con sus primeras miradas cruzadas, los primeros sonrojos y los comentarios de “son el uno para el otro”.

Fue ese chat de “messenger” el testigo del primer “te quiero” y el que esperó la llegada a los 15 años de ella, para coronar las palabras en la acción de un beso.

Y así como en los cuentos, el amor veraniego sigue cuidando sus corazones.

¿Acaso se han preguntando por qué tanta gente se enamora en verano? Sucede que la principal hormona del amor, la testosterona, aumenta cuando el día es más largo, es decir en verano, y alcanza el nivel más alto en el mes de agosto.

Y es que ¿a quién no le ha pasado?

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