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COSAS DE DIOS

Hasta el final

La bebida que brindaron no tenía alcohol pero estábamos tan contentos que cualquiera diría que sí. Había terminado la inauguración de la nueva Capilla del Santísimo de la Parroquia Buen Pastor y la instauración de la Adoración Perpetua a Jesús Sacramentado, la feligresía continuaba en el estacionamiento, donde disfrutábamos de un brindis, aportado en comunidad, como todo lo que allí se hace. “Una noche perfecta”, me comentó una hermana. Era cierto. Se sentía una gran espiritualidad, las capillas a la Virgen y al Santísimo quedaron preciosas y el templo es ahora una belleza.

¡Claro! Nada que ver con el que construyó Salomón, hijo de David, cuando más de 400 años después de llegar a su fin la peregrinación del pueblo de Israel por el desierto, y en el cuarto año de su mandato como rey, decidió edificar un templo maravilloso al Señor donde se instauró el primer Santísimo para adorarlo. Según lo describe la Biblia, unos querubines de varios metros de alto, fundidos en bronce, eran parte de la ornamentación del lugar, revestido todo en cedro, un esplendor que trato de imaginar cuando leo el capítulo seis, de 1era de Reyes, donde lo describe. Salomón, el más sabio de todos los reyes que han existido, sabía que Dios ama la belleza. Yo, también, lo he sentido así, Un fin de semana tuve el impulso de arreglar mi casa. Acomodé cojines, arranqué hojas secas, coloqué detalles nuevos, una fuerza interna me apremiaba a preparar todo para una visita muy especial que ignoraba cuál era. En la mañana del domingo, lo entendí. Hasta mi puerta llegó una soldado incansable del Señor, doña Bilita, a traer la Hostia Consagrada a mi mamá que está enferma. La visita especial que fue anunciada a mi corazón, para que nos preparáramos a recibirlo como Él se merece, era la de Jesús. Por primera vez, llegaba a mi casa convertido en Pan de Vida.

En el Buen Pastor, el mar de flores que engalanó la parroquia, la noche del lunes, mostraba que el padre Catalino Tejada y sus ovejitas hicimos como el rey Salomón, darle a Dios lo mejor que tenemos. A todo lo bello, hecho para Él, le sumamos un regalo adicional, nuestro tiempo.

Ahora, 578 adoradores cubriremos 168 horas de adoración a la semana, es decir, las 24 horas del día, mañana tarde y noche, como hacen miles de capillas en el mundo.

No podemos emular los lujos de Salomón pero sí la adoración que ha permanecido por miles de años, como esperamos que permanezca la nuestra. Así lo dijo Ivelisse Ávila, la coordinadora de la Adoración Perpetua, ella pidió que Dios nos permita adorarle, en Buen Pastor, hasta el final de los tiempos.

Que así sea.

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