SALUD
El secreto para una vejez sana
El ser humano empieza a envejecer desde el instante en que nace, por tanto, el momento para tomar medidas que te ayuden a disfrutar una vejez sana y plena es el que estás viviendo justo ahora.
Los ajustes deben empezar en tu mente. Si crees que el paso de los años equivale por definición a pérdida de salud, independencia y dignidad, en algún punto entrarás en crisis. Si, por el contrario, aprendes a ver el envejecimiento como un proceso positivo que te hará ganar en sabiduría y en el que puedes conservar tu bienestar general, existen más probabilidades de que así ocurra.
“La actitud es lo más importante”, dice la geriatra Alicia Arbaje.
La especialista del Hospital Johns Hopkins, de Estados Unidos, insiste en separar conceptos como enfermedad y envejecimiento.
“Uno puede tener enfermedad a cualquier edad”, argumenta Arbaje, quien lamenta que en la cultura occidental exista un estigma asociado a la vejez.
El culto a la belleza física y a los bienes materiales hace que muchas personas discriminen a los adultos mayores porque estos han perdido su lozanía o han superado la edad “productiva”.
Sin embargo, al darles un trato discriminatorio, “no estamos valorando la sabiduría y la tradición de las personas mayores”.
Ese estigma causa, en ocasiones, la aparición de la crisis de la mediana edad que se suele dar alrededor de los 40 años. Este problema -que la geriatra describe como un desbalance en la forma en que la persona ha vivido su vida entera- se presenta porque quien lo padece no acepta su envejecimiento como una etapa natural.
Así que un cambio en la actitud personal y cultural hacia la tercera edad es un primer paso para tener una vejez más digna.
Después de todo, “como tratamos a las personas mayores -recuerda Arbaje- es como nos van a tratar a nosotros”.
IMPACTO A LARGO PLAZO
Empezar a cuidarse a temprana edad impacta en la salud actual y en la de los años por venir, en el bienestar propio y el de futuras generaciones.
La geriatra Alicia Arbaje explica por qué: “Estamos alterando nuestra genética para que los hijos que tengamos, los nietos que tengamos, tengan otra genética. La genética no es el destino de uno; uno la crea con el estilo de vida que uno tiene”.