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PRENSA JOVEN

Colegio Chino: Cuando el idioma no es limitante

El reto de vencer las barreras del idioma nos puede acercar a lo desconocido, a lo exótico y a lo interesante de una comunidad, de un país o de su cultura. En República Dominicana la presencia extranjera se deja sentir. Existen pequeñas comunidades provenientes de Centroamérica, el Caribe y Suramérica. Pero en los últimos tiempos la experiencia ha trascendido fronteras aun más lejanas. Gente del continente asiático, por ejemplo, han venido al país a fijar residencia. La comunidad china (continental y Taiwán) tiene notable presencia en el país, y esta se observa en diversos ámbitos de la vida nacional. La educación no está excluida, y el surgimiento hace 15 años del Colegio Chino lo deja claro. La inmigración, con el paso del tiempo, hace que sus descendientes vayan perdiendo contacto con su cultura natal y, por ende, con el idioma. Ante estas dificultades y el deseo de que los nacionales chinos puedan conectar con sus hijos las entrañas de su tierra, en los años 80 se comienzan a impartir clases de mandarín a través de la Cámara de Comercio de Taiwán. Terry Liu, director del Colegio Chino, cuenta que en un principio solo se contemplaban lecciones para los hijos de los miembros de la referida cámara. Hoy en día tienen cátedra abierta para toda la comunidad china, así como para extranjeros. Con una matrícula de alrededor de 200 estudiantes, el centro educativo tiene cada vez más aceptación. De hecho, hay unos 30 dominicanos y un grupo de infantes de diversas nacionalidades de las que han hecho residencia en el país. El también asesor de la Cámara de Comercio de Taiwán explica que los niños ingresan a partir de los cinco años, y allí hacen un rejuego con la educación normal que reciben en los distintos centros educativos. La edad límite es hasta los 18 años. El sistema de enseñanza es de 12 niveles, con un mínimo de seis años, y disponen de un sistema didáctico de aprendizaje, en el que no solo aprende el idioma mandarín, sino también sobre la cultura y demás aspectos de China. “Para aprender el idioma es importante conocer sobre la cultura”, afirma Liu. La metodología de enseñanza es la pronunciación y conocimiento general del idioma y, por último, la escritura, siendo esta la parte más difícil, según afirman maestros. “Los niños llegan sin saber nada de mandarín, pues en el hogar solo hablan dialectos. Actualmente, tanto en China como en Taiwán existen 56 razas, y cada una habla diferentes lenguas”, afirma la profesora Anita Tsai. Destaca la importancia del mandarín en todos los ámbitos, sobre todo en la educación. Esto se debe a que en las principales universidades y centros de estudios especializados de China se habla mandarín, que es el idioma oficial. La embajada tiene una beca para jóvenes dominicanos que deseen estudiar en Taiwán. Les pagan el pasaje de ida y vuelta, dice la maestra. Resalta que el auge del estudio del idioma mandarín no es nuevo. Incluso, desde hace cinco o seis años, varios colegios privados comenzaron a impartir clases de mandarín. Entre ellos el St. George, Montessori, New Horizon y Carol Morgan. “Es que los padres quieren que sus hijos aprendan mandarín, porque es el idioma oficial en China y Taiwan”, apunta Anita Tsai. Hablan los estudiantesPurísima Arias es una adolescente dominicana, de 16 años, que lleva siete años estudiando mandarín. “Entré a estudiar mandarín motivada por mi mamá que tiene amistades asiáticas. Al pasar el tiempo me entusiasmé y ahora me gusta mucho y me atraen los elementos de la cultura china como el calendario, la comida y las tradiciones”, puntualiza la joven. Liting Ng, tiene 15 años. Es hija de inmigrantes chinos y estudia en dicho colegio desde hace 10 años. No teme confesar que para ella es imperativo conocer su cultura. “Mi familia no habla mandarín, sino un dialecto chino, y básicamente me he acostumbrado a hablar así. Pero he llegado a comprender que el mandarín es un gran idioma que me permite estar sumergida en dos culturas”, dice. Otra experiencia la cuenta Halle Pepping, de 11 años, de los cuales ha dedicado cinco al estudio de este idioma. Es de padre norteamericano y madre taiwanesa. “Comencé mis estudios para poder comunicarme con la familia de mi mamá”, cuenta. Lucas Bonhomme tiene 12 años. Es de padre francés y madre española. Lleva cinco años viviendo en República Dominicana y estudiando en el Colegio Chino. “Mi madre es diplomática y le salió un puesto en este país de una firma china, que la obligó a aprender mandarín, y como a mí me gusta mucho la cultura china, decidí aprender el idioma, ya que otros niños como yo se están interesando por estudiarlo”, concluye. Otros estudiantes aprueban el estudio del mandarín en el país.

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