Novedad
La cocina diplomática para abrir mentes
Un pequeño restaurante de Pensilvania ha alcanzado fama con un proyecto que marida la gastronomía con la conciencia política: cada medio año muda de piel y adquiere la nacionalidad de un país con el que Estados Unidos está en conflicto, como Venezuela, Cuba, Irán, Corea del Norte o Afganistán. “Pensamos que la comida era una buena vía emocional para presentarle a la gente un conflicto del que quizás no saben mucho más allá de los titulares de prensa y de la polarizada retórica política”, explicó a Efe Jon Rubin, uno de los dos directores de este local de comida para llevar que responde al gráfico nombre de Conflict Kitchen (cocina de conflicto). En los cuatro años en que este pequeño negocio local de Pittsburgh lleva ejerciendo de mediador entre naciones enemistadas, su fachada, su menú, sus eventos y hasta el papel con que envuelve la comida han mutado completamente siete veces, en función de la situación política internacional. Este año en el que EE.UU. está determinado a poner fin a su guerra más larga y retirar todas sus tropas de Afganistán, Conflict Kitchen es, desde marzo y por segunda vez, Afghan Takeout y sólo sirve platos de ese país, como el popular “kabuli pulao” (arroz con cordero, zanahorias y pasas). En otoño, y ante el fracaso de las conversaciones de paz impulsadas por EE.UU. en Oriente Medio, el local se transformará en un restaurante de Palestina. Sobre la pizarra de ideas de sus dueños están también Rusia, Ucrania y, otra vez, Venezuela, protagonistas de los últimos desafíos internacionales de Washington. La sensibilización sobre estos conflictos no se limita a los platos o la decoración. Jon Rubin y Dawn Weleski organizan eventos que también saltan fronteras, como una cena-videoconferencia por Skype con iraníes en Teherán o un curso de cocina a distancia con “desertores”.