COSAS DE DUENDES
La teoría del menú
Haciendo una lista de sus ex parejas, descubrió entre sus amores un desagradable elemento común que la hizo sentirse alarmada. Me llamó, con su estilo jocoso, para decirme: “Amiga, tengo un problema”. Al entrar en detalles señaló que las relaciones que, después de terminar con ella, entablaron todos sus ex llegaron a su fin por la misma razón que su último fracaso amoroso. Esos hombres, a quienes una vez amó, se comportaron igualito con sus siguientes novias o esposas que su pareja más reciente. Así, analizó, que cualquier elección que ella hubiese hecho habría resultado mala. Pues, revisando su lista de amores, no pudo aplicar, ni una sola vez, la frase: “Si me hubiese casado con fulano, no me pasa”. ¿En qué falló? Me dijo que, según le explicó su psicóloga fue en la “elección del menú” del cual ha estado dispuesta a escoger. Para explicarse mejor, la terapeuta hizo un paralelismo con un restaurante. Cuando salimos a comer decidimos si nos apetece comida mexicana, china, italiana, criolla, etc. La elección define tu inclinación hacia un estilo de cocina, unos sabores. Luego de seleccionar el sitio, podrás decidir el plato. Pero debes tener presente que si escogiste un restaurante italiano casi todo lo disponible será al final...pasta. Aunque aderezada o presentada bajo una forma diferente, puedes pedir espagueti, lasaña o tirabuzones, pasta es pasta. La psicóloga le dijo a mi amiga que lo mismo ocurre con las parejas. Aunque ni lo notemos. Si un día nos tomamos la molestia de indagar en qué pararon los amores que hemos tenido, y descubrimos destinos y fallas similares, esto debería encender un bombillo en nuestra conciencia. Porque si ya confirmamos que somos alérgicas al pescado, no resulta conveniente volver a comer en un restaurante de sushi. Y la parte que me pareció más interesante de la “teoría del menú” como yo la bauticé, es que esa elección errada no se limita al amor de pareja. Seleccionamos amigas con defectos comunes, puede que nos rodeemos siempre de gente abusiva o que nunca están para nosotras. También, claro, hay casos como el de mi querida, casi hermana, que todas sus ex parejas son mesas que cojean de la misma pata. En esos casos, digo yo, deberíamos cambiar el menú, no solo el plato, y fijarnos mejor en dónde nos andamos metiendo a comer.