TERCER CAMINO

Francisco Alberto, qué pena...

Avatar del Listín Diario
Lavinia Del VillarSanto Domingo

Con tristeza, rabia, vergüenza y dolor, me enteré de que los restos de Caamaño fueron retornados al mausoleo de donde fueron exhumados hace casi un año, después que se dispusiera su traslado al Panteón Nacional. Dudas sobre la veracidad de que la osamenta fuera realmente suya provocaron exámenes de ADN y otras humillaciones. Dichos restos permanecieron en el Instituto de Ciencias Forenses, guardados como un paquete olvidado, en el mismo lugar donde almacenan drogas incautadas, según señalara su última esposa, Vicenta Vélez. Y a pedido de sus familiares, lo retacharon para su cantón, como diría un pueblerino mexicano. Pero yo me pregunto, ¿qué importancia tiene si los huesos son o no son? ¿Qué debemos honrar, el paquete de huesos ya sin expresión o la memoria histórica que engrandeció a este héroe con su entrega a la patria? Suponiendo que sus asesinos decidieron desaparecer su cadáver, ¿eso significa que no merezca estar en el Panteón Nacional? Creo que las tumbas no guardan huesos... guardan recuerdos, y la elevación de un héroe como el coronel Caamaño a un puesto de dignidad no tiene nada qué ver con algo material ni palpable, tiene que ver con el símbolo y el legado que su grandioso ejemplo de valentía y sacrificio nos dejó. Es tiempo de reconocer que su coraje en aras de la defensa de nuestra patria y nuestra Constitución debe ser eternizado y exaltado para conocimiento de las futuras generaciones. Es hora de rendir un tributo de respeto a un hombre cuyo valor trasciende a la inmortalidad. ¿Cuántas veces te vamos a asesinar Francisco Alberto? Qué pena...

Tags relacionados