CIUDADES AMIGABLES
Santo Domingo: un verde difícil de conseguir
EL CABLEADO, LA ESCASEZ DE ESPACIO VERDE Y LA POCA DIVERSIDAD DE ESPECIES LO COMPLICAN. EL 80% DEL ARBOLADO PÚBLICO ESTÁ COMPUESTO POR ESPECIES NO ADECUADAS
En asuntos de arbolado público, Santo Domingo es una ciudad poco amigable con el peatón. Al menos durante el día.
Intente salir a caminar a cualquier hora por el centro de la ciudad y encontrará pocas líneas contiguas sombreadas. Si insiste en salir o debe hacerlo por obligación, el sol le tostará la piel, el sudor lo pondrá de mal humor y deseará andar siempre ‘montado’, a sabiendas de que los gases de los vehículos contaminan el ambiente y de que caminar le hace bien a la salud.
Si tiene suerte y le toca frecuentar o vivir en lugares arborizados, el hecho de que vea por pedazos muchos árboles no significa, necesariamente, que éstos deberían estar ahí, que son los adecuados para esa acera, para ese parque o para esa isleta.
Aunque hay normas que regulan qué especies sembrar en cada espacio y cómo hacerlo, muchas de las actividades humanas son las que impiden que, en el Distrito Nacional, el verde de la ciudad sea una referencia ambiental y tropical que provoque en el peatón y el visitante el simple deseo de caminar.
El arbolado público
El cableado urbano, la poca diversidad de especies adecuadas disponibles, la pérdida de espacios verdes y la siembra de árboles muy grandes en espacios pequeños son los principales problemas que enfrenta el arbolado público de Santo Domingo, señala la paisajista Marianna Szabó, coordinadora del Centro de Información de la Dirección de Gestión Ambiental del Ayuntamiento del Distrito Nacional y autora del libro Árboles de Santo Domingo.
“Salvo pocas excepciones, las aceras nuestras no permiten destinar el espacio necesario a los árboles. Por este motivo, las áreas de siembra aquí aconsejadas son aproximadamente la mitad de las óptimas, según los últimos estándares. La regla principal es: cuanto más espacio libre tiene una planta, más saludable y resistente será y menos conflictos causará”, dice Szabo.
¿Qué sembrar?
Aprobada en 2004, la Normativa del Arbolado Urbano establece cuáles son las especies adecuadas para la ciudad y cuáles deberían evitarse. Se estima, sigue Szabo, que el 80% del arbolado público está compuesto por especies no adecuadas como acacia amarilla, chachá, nin, casuarina, lino criollo o leucaena, melina, javilla y jina extranjeras; también por ejemplares de gran tamaño plantados en espacios insuficientes para ellos y muy maltratados por la poda severa de ramas y raíces.
“Un árbol grande necesita una franja verde de por lo menos dos metros. El grigrí, la caoba y la mara necesitan mucho espacio. Se pueden podar pero estaríamos robándoles toda la vida”, explica.
Si se toman en cuenta los problemas de espacio y cableado, los más adecuados para la ciudad son árboles medianos entre 8 y 12 metros que podrían sembrarse en espacios mínimos de 0.8 metros, que sean resistentes y que no causen daño al pavimento como el avellano criollo, el mangle botón plateado, penda, el roble amarillo y el roble blanco.
ALGUNAS CONSIDERACIONES DEL ARBOLADO URBANO
DAÑINOS. Algunos árboles como la casuarina deben evitarse tanto en la ciudad como en las orillas de las playas, porque causa erosión. El ADN, en los últimos proyectos de arborización, está dando prioridad a las especies nativas de vida media-larga y a los árboles jóvenes.
ADECUADOS. Los árboles mayores de 12 m como la caoba, el almácigo, el grigrí, la mara y el roble rosado son adecuados siempre que se les garanticen anchos mín
LAS POLÉMICAS PALMAS. La palma real puede alcanzar hasta 30 metros. “Es una palma majestuosa indicada para parques, plazas, áreas de gran visibilidad y jardines, pero no debería sustituir los árboles de sombra en calles residenciales”, escribió Zsabó.
PARA ESPACIOS GRANDES. Los árboles monumentales: la ceiba, oreja, anacahuita, el caucho de jardín, el cedro y el samán y otros de copas muy grandes, como el flamboyán, deben destinarse a parques y a espacios muy amplios.
ESPECIES DE CUIDADO. Una es el laurel, muy popular en la ciudad. En “Los árboles de Santo Domingo”, Szabó dice que sus raíces muy desarrolladas dañan las aceras y las tuberías subterráneas y es fácilmente derribado por huracanes.
PODA DESEQUILIBRADA. Un viento muy fuerte derribará esta caoba fácilmente debido a que la poda que se le practicó no es la adecuada.
La Dirección de Gestión Ambiental del ADN está coordinando un acuerdo entre las distribuidoras eléctricas, la Empresa de Transmisión Eléctrica Dominicana (ETED) y las telefónicas para que les ayuden a cambiar los árboles de debajo del cableado por plantas adecuadas que no interfieran.
También se está revisando la normativa actual para asegurar mecanismos eficaces de compensación.
ESPECIES INVASORAS. Son aquellas que proceden de otros territorios, colonizan los ecosistemas locales y compiten con las especies nativas. “En particular la lucha contra las plantas invasoras es muy costosa, es mejor prevenirla”, asegura Szabó. Un ejemplo: es lino criollo o leucaena (en la foto) se ha convertido en una verdadera plaga en unos 20 países. Es de crecimiento rápido y su semilla puede germinar durante los próximos 10 a 20 años. Otras especies invasoras que debemos evitar son la caliandra y el nin.
EL MÁS ADECUADO. El copecillo o avellano criollo es idóneo para la ciudad. Se trata de un árbol nativo resistente a los vientos y a la sequía que, además, tolera el salitre, florece todo el año y su flor atrae a los zumbadores.
LA JAVILLA Y LA MELINA. Abundan mucho en el centro, pero no son adecuadas para la ciudad porque levantan las aceras, interfieren con el cableado y sus hojas y frutos obstruyen el sistema de drenaje.