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EN OTRA DIMENSIÓN

El clan Nin

No me gusta tanto escribir en primera persona, pero a cada quien le toca este oficio como es. Eso me lo enseñó mi amigo el periodista Rafael Herrera. “Tú lo mejorcito que haces es relatar, no me pierdo tus relatos”. Me puse bien brava con él ese día por aquello de lo mejorcito. Doña Rosa se encargó después de arreglarnos. No sólo desde ese día, siempre aprovecho cada prueba para superarme, por eso deseo esta mañana enviar esta historia para todas las periodistas que veo más rápido que la bola. Nunca me apegué a los sueños efímeros de esta vida. Me gusta orar en silencio para ser recompensada en público. El periodismo, lo escribí un montón de veces, es una bendita profesión, en la cual hasta la muerte de un ser humano puede ser tu gran primicia. La vida me regaló esa ventaja de entrar al periodismo por la puerta grande. Una primicia que se hizo mundial. El secuestro de Altagracia Bautista de Suárez, que le permitió a mi entrañable amigo Máximo Nin ganar el único premio de fotografía que ha otorgado la Sociedad Interamericana de Prensa a un fotógrafo dominicano. Nosotros tuvimos que trabajar muy duro y con muy poco dinero, en esos 12 años.

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