MEMORIAS DE VIAJES
Verón y Bávaro, ¡cuánto avanzan!
De Santo Domingo a Pueblo Bávaro nos toma algo más de tres horas, con un par de “obstáculos” en el camino. El primero es la espera ante el puente sobre el río Soco entre San Pedro de Macorís y La Romana, que está en reparación. “Cada vez que van a instalar un andamio interrumpen el tránsito”, me comenta un lugareño cuando, curiosa, me apeo a averiguar qué pasa. El otro “obstáculo” es el paso obligatorio por el centro de Higüey, que a veces se torna insoportable por el exceso de tráfico de vehículos. Me pregunto cuándo por fin construirán el desvío de la carretera. A uno y otro lado de la vía, en la comunidad La Otra Banda, siguen llamando la atención las lindas casas con fachada victoriana, de donairosos tragaluces cual encaje y paredes de alegres colores. Algunas preservan su fachada original resguardándola con una galería levantada en blocks, como el resto de la casa. Mi primera gran sorpresa aparece en Verón. Proyecta un movimiento económico intenso con cantidad de locales comerciales en operación, y una gigantesca plaza a punto de ser terminada donde se bifurca en el cruce: a la derecha hacia Punta Cana; a la izquierda a Bávaro. Supongo que en este gran centro comercial habrá numerosas ofertas de entretenimiento del cual ha de beneficiarse el cercano ensanche llamado Pueblo Bávaro, a sólo cinco minutos de distancia en auto y cuyas vías principales están asfaltadas. Muchos edificios de apartamentos están terminados y habitados. Todos con piscina. Otros, en etapa final, como Brisas del Mar. Algunos comienzan a levantarse más hacia el interior de la zona. La idea de crear Pueblo Bávaro surgió de Felucho Jiménez cuando era Secretario de Turismo. Parecía utopía, pero está dando frutos. Cuenta ya con pequeño supermercado, lavandería, farmacia y restaurantes. Hay dos playas cercanas en distinta ubicación, sin restricciones de uso y apenas a unos quince minutos en carro cada una. O quizás menos. Llegamos hasta aquella en la cual funciona un restaurante de atractiva apariencia, el Jellyfish. Por la arena a su lado caminan turistas, mientras en las azules aguas junto a la playa se mecen botes y lanchas a la espera de vacacionistas. A la vista, no hay bañistas. Ya en la zona de Bávaro que rodea los complejos hoteleros, nos detenemos a tirar una foto a un rótulo de calle: María Ugarte. En él se indica Sindicatura 2002-2006. Lo extraño es que en ningún momento alguien se ocupó de informarlo, ni a ella, ni a la familia. Me pregunto quién ocupaba en ese entonces la sindicatura, para darle las gracias. Para comunicarse con la autora