HISTORIA

La conspiración de los pilotos

LA TOMA DE CONCIENCIA DEL GRUPO DE PILOTOS FUE UNA DECISIÓN DE PATRIOTISMO SIN LÍMITES

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José Miguel Soto JiménezSanto Domingo

SANTO DOMINGO.- Injusto y sospechoso, ha sido el olvido que como pájaro protervo se ha posado sobre el recuerdo de los oficiales de la “Aviación militar”, que pusieron final a una dictadura que parecía no tener fin, y que descabezada el 30 de mayo, se negaba finalmente a morir tras los remanentes de los resortes de 31 años de poder absoluto.

Tras todas las peripecias de un hado huraño y odioso, el reconocimiento no ha llegado para esos héroes desconocidos, que apostaban a la continuidad de la opresión a despecho de una libertad que el pueblo se merecía.

Era indudable que la hora de la libertad había sonado. Estos oficiales la oyeron desde adentro y acabaron de desmontar la dictadura, para facilitar la democracia.

Pasado el tiempo, muchos de ellos murieron después, rumiando sus decepciones, sin comprender atónitos, el por qué perdieron sus carreras, si después de todo, lograron el propósito deseado, apostando a la libertad.

Paradoja del destino, los pilotos pusieron fin al régimen dictatorial que habían sustentado como estamento mimado y poderoso de unas fuerzas militares que fueron la articulación de esa tiranía neo patrimonialista. Sacaron a los Trujillo a “cohetazos limpio”, justo cuando el SIM y otros sectores retardatarios, planeaban la noche de “San Bartolomé”.

San Isidro era el verdadero polo de poder militar para enfrentar las amenazas del régimen, siendo la aviación una concentración de potestad militar, que contaba con la mejor infantería, artillería y blindados, una especie de poder militar de “armas combinadas” al decir de los agregados militares norteamericanos de la época.

CircunstanciasLa toma de conciencia del grupo de pilotos que se puso “en eso”, fue abonada por el rumor cada vez más socorrido de que el general Trujillo hijo “espantaría la mula”. Si esa circunstancia no se hubiese efectuado, la “Gesta de los Pilotos” no se hubiese producido, a pesar de que las Fuerzas Armadas, tenía también cuentas que cobrar a los a los esbirros.

Desde junio, el Teniente Coronel entendió que el General se iba. Por más esfuerzos que se hicieron para ocultarlo, la recogedera nocturna, le indicó al Teniente Coronel piloto Nelton González Pomares, comandante del escuadrón de cazas bombarderos, que Ramfis se largaría y eso, entre otras cosas preocupantes, era muy malo, no solo porque dejaría a su gente de confianza como “perico en la estaca”, sino porque el país, quedaría a expensas de los “tíos” y los sicarios de la dictadura, a quienes lo movían a saber de todos, la más oscuras y criminales intenciones.

No en vano el “viejo” mismo, ido exactamente cuando tenía que irse, no “a destiempo” como se dijo tantas veces, nunca quiso saber de la familia, a pesar, de que hicieron a su sombra, todo tipo de tropelías, sino también porque querían “joder” al “doctorcito ese” con cara de “curita arrepentido”, quien haciéndose el “mas pendejo de la cuenta”, había sobrevivido a todas las intrigas de la corte, y que sin tener en realidad un “pelo” de eso mismo, apostaba desde hacia tiempo, a un juego que era el suyo y de mas nadie.

Además, por las luces adquiridas mediante una educación esmerada y las lecturas que el mismo Ranfis promovió entre la “elite” de los oficiales de la Aviación Militar Dominicana, comprendió que el trujillismo había muerto con el “Jefe”, que nuevos aires tenían que soplar al fin y al cabo, que era necesario probar esa cosa desconocida que se llamaba democracia, que los dominicanos no habían probado nunca.

Fue a finales de junio de 1961 que el Tte. Coronel Piloto Durán Guzmán, alias el Curita, llamado así por haber sido seminarista, comenzó a tejer con debida cautela los primeros hilos de una conspiración memorable, “girándole” primero a sus amigos más íntimos, a sabiendas de que se estaba “jugando la más vieja”, esa que, por más que usted vea, no repolla. De todos modos, parece que en toda conspiración, pero sobre todo en esta, el afecto jugó un papel preponderante; solo bastaba un comentario, un susurro, una apariencia para perder la vida.

Los “aviadores”Por eso la primera vez que le habló a su amigo y comandante de Escuadrón, el Tte. Coronel piloto Nelton Gonzaález Pomares, este simplemente le dijo con ánimo cautelar que: “no le hablara pendejadas”.

En la segunda tenida, Pomares le rebotó con menos resistencia, expresándole la formula repetida de que si “se estaba volviendo loco”. Después herido ya en su amor propio y acicateado por el desarrollo de las circunstancias, le agregó que de todas formas “dos golondrinas no hacían una primavera”, que había que planteárselo al Tte. Coronel piloto Polanco Alegría comandante del Grupo de Caza Ramfis, cosa que era arriesgado, porque este era muy amigo de “Pirulo”, apodo del Coronel Sánchez Rubirosa, uno de los favoritos de Ramfis, y a “Chaguito”, el coronel Rodríguez Echavarría sub jefe técnico, que a su vez era muy amigo de “Tunti”, apodo del general Fernando A. Sánchez hijo, jefe de Estado Mayor del ejército y como hermano de Ramfis.

Con una serie de “piruetas” para burlar el “chivateo” y la asechanza aguda de los “pico chatos”, ambos oficiales propuestos fueron abordados. La mayoría de estas reuniones se hacían en automóviles en marcha.

El Tte. Coronel piloto Polanco Alegría entró de inmediato, pero “Chaguito” le manifestó que solo entraría si su hermano el general “Chava”, apodo del general Rafael Rodríguez Echavarría, Comandante de la Base de Santiago, entraba en el asunto.

Para la “difícil tarea” de conquistar al “Viejo”, famoso por su hablar “medio ñato”, voló el Tte. Coronel Nelton González Pomares a la “Ciudad Corazón.

En la casa de familia del Comandante de la Base de Santiago, se produjo la conversación entre los dos oficiales. Sentados en el comedor, Echavarría oyó los argumentos. De repente el general le dijo: -óyeme González, “yo entro si soy el jefe del movimiento, solo se actuara después que Ramfis se va”, lo importante es evitar la matanza que los calieses tienen planeada y debemos movilizar los aviones con cualquier pretexto para atacar los reductos que estén con los Trujillo.

En realidad, el grupo de pilotos de San Isidro había pensado en las opciones del ¿qué hacer? que coincidían con las del general, que tenía mucha información y le había tomado el pulso a la situación desde un Santiago que era un “hervidero”.

“Chava” tenia además mando efectivo, bastante liderazgo en el cuerpo de pilotos, prestigio y relaciones con los jefes de los demás componentes de la fuerza y sobre todo, conexiones políticas apreciables, inclusive en la naciente oposición.

González Pomares observó que el grupo de Santiago andaba por los mismos caminos, aunque con la misma cautela y eso involucraba a oficiales como el coronel Alfredo Imbert, sub comandante de la base, que iba a tener una participación destacada, ya que estaba en “mala” por su familiaridad con uno de los ajusticiadores de Trujillo.

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