Santo Domingo monumental

SANTO DOMINGO.- Francia tiene la Torre Eiffel; China, la Gran Muralla; Estados Unidos, la Estatua de la Libertad, y Egipto, sus pirámides. Santo Domingo, en cambio, no cuenta con un monumento o edificación que transporte su esencia por el mundo. La Ciudad Primada de América ha tenido que conformarse con diversas construcciones que le dan ese necesario sentido de identidad. El arquitecto Emilio Brea explica que sí tenemos construcciones muy emblemáticas, cuya simple mención o avistamiento trae consigo el referente de la ciudad. Es el caso de los obeliscos, el monumento a Montesinos, la estatua de Colón, ubicada en el parque del mismo nombre, el Faro a Colón, los Monumentos a la bandera y a la caña, y edificaciones coloniales como la Catedral Primada, la Fortaleza Ozama y el Alcázar de Diego Colón. Monumentos que revelan la identidad de la ciudad Cuando se piensa en Santo Domingo es de rigor remontarse a su pasado colonial y su reputación de primera colonia española en el Nuevo Mundo. Por ello, toda la Zona Colonial es un espacio identificativo. Sin embargo, el arquitecto Emilio Brea señala en específico la Catedral Primada de América, el Alcázar de Colón y la Fortaleza Ozama. A su juicio son las edificaciones más emblemáticas, debido a que “representan los tres poderes regentes en el momento y hasta hoy: religioso, civil y militar”. Cada edificio -dice Brea- posee una grandilocuencia relativa a nivel arquitectónico. En su momento fueron grandiosos, pero hoy su verdadera riqueza reside en la historia que guardan. Montesinos Otra construcción emblemática es el monumento homenaje a Fray Antón de Montesinos, que fue donado al país por México en 1982. “Es una conmemoración en justicia de quien leyera en 1511 el ‘Sermón de Adviento’, condenando el abuso a los indios, con todas las autoridades presentes, una pieza de oratoria fuerte para el momento, que había escrito Pedro de Córdoba”. Los mexicanos, en agradecimiento a Pedro de Córdoba, quien fue luego pieza importante en el proceso de evangelización continental, nos regalan esa estatua heroica, cuyo pedestal es obra del arquitecto Pedro Ramírez Vascos. Lo destacable, sin embargo, es la gigantesca estatua que representa a Montesinos gesticulando, como si predicara eternamente a la entrada del puerto. Brea afirma que el estado de abandono y subutilización de que es víctima el portentoso monumento y sus espacios obedece a que, al estar en el malecón, que es una vía rápida y no un paseo marítimo como quizás debería ser, “pues, nadie le pone atención”. Otros monumentos En la George Washington destacan dos construcciones que todos asocian a Santo Domingo. La primera es el Obelisco construido en 1937, como conmemoración del cambio de nombre de la ciudad (de Santo Domingo a Ciudad Trujillo), en 1936. Es obra de Rafael Bonetti. Mientras que el Obelisco Hembra, cuyo nombre real es Monumento a la independencia Financiera, data de 1942 y es obra de Joaquín Ortiz y Tomás Aviñón. “El nombre se ha tergiversado producto de la imaginería popular”, dice Brea. Fue un homenaje al pago de la deuda externa por Trujillo. La Puerta de San Genaro, hoy Puerta del Conde, es un baluarte y antiguo fortín armado para la defensa de la ciudad. Ha sido conservado y restaurado pues era la puerta de entrada a Santo Domingo. Finalmente en el parque Colón, antigua Plaza de Armas, prevalece “una imagen caricaturesca de Cristóbal Colón, mientras una india, que es un poema a la exuberancia escultural de la figura femenina, trata de alcanzarlo”. MÁS ESPACIOS Y MONUMENTOSResulta relevante para cualquier nación tener un monumento arquitectónico que la defina, que la distinga según su historia, sus transformaciones sociales: que muestre al mundo su esencia verdadera. “Tener un monumento identificativo, de identidad, ayuda a darle a la historia matices gráficos, artísticos, simbólicos”, dice Brea. Añade que es indudable que hacen falta más espacios, monumentos y construcciones memorables en la ciudad. Un ejemplo de ello es que “ahora el Metro tiene sus distintas estaciones nombradas con personalidades históricas que ni siquiera cuentan con una construcción importante en la ciudad, y esos nombres no tienen nada que ver con ese medio de transporte”. Esto ocurre porque, a falta de instrumentación de la historia, es necesario crearle a la población al menos esa referencia.