El país y Haití: Tres años de desencuentros
Acuerdos impulsados por el presidente Abinader y autoridades haitianas para fortalecer las relaciones entre ambos países han fracasado
Durante sus primeros tres años de gobierno, el presidente Luis Abinader se ha enfrentado a una serie de dificultades con las autoridades haitianas, en sus pretensiones por consolidar las relaciones entre ambos países.
El primer gran encontronazo, precisamente por la canalización del río Masacre, se produjo en mayo de 2021 tras una reunión entre Abinader y el presidente de Haití, Jovenel Moise, cuando coincidieron en Quito, Ecuador, durante los actos de posesión del nuevo gobernante de ese país, Guillermo Lasso.
La situación se tornó tensa al más alto nivel cuando Moise posteó: “Tuve una reunión muy productiva con el presidente @luisabinader. Le informé sobre el progreso de la reforma constitucional, una promesa de campaña. El tema de la construcción de la presa en el río Masacre también fue discutido durante esta reunión”.
Estas declaraciones merecieron una reacción inmediata del canciller dominicano, Roberto Álvarez, quien advirtió: “El presidente Abinader dialogó con su homólogo, el presidente Moise de Haití, en Ecuador, y en relación a la cuestión del rio Dajabón, le manifestó solamente que ese tema está en manos de las cancillerías de ambos países”.
Previamente, el presidente de Haití había publicado también que acordó con Abinader “no caer en el juego de los ultranacionalistas dominicanos y haitianos y seguir trabajando en beneficio de ambos pueblos”.
Moïse fue asesinado dos meses después, la madrugada del 7 de julio de 2021, en su residencia de Puerto Príncipe.
Fracasan los acuerdos
El magnicidio significaría un tropiezo insalvable para la aplicación de los nueve puntos consignados en la declaración conjunta firmada con bombos y platillos por ambos mandatarios el 10 de enero de ese mismo año, en un encuentro celebrado en la frontera con Elías Piña.
Tampoco se ha podido consumar ninguna de las propuestas para una agenda bilateral y cada día se deterioran más las relaciones entre los dos países, en medio de la ausencia de un interlocutor legítimo en el gobierno haitiano y el accionar de las bandas criminales.
El conflicto que plantea para Abinader la canalización del río Masacre, contra viento y marea, representa para su gobierno el más grave dasafío con Haití. La decisión de continuar la obra adoptada por sectores que el mandatario califica de anarquistas, se advierte como un desplante diplomático y una burla a la mesa de diálogo, que trataba de buscar una salida negociada.
Impasses con autoridades
El presidente Abinader también ha encontrado de frente durante sus tres años de gobierno al exprimer ministro Claude Joseph, un consumado enemigo de los dominicanos que asumió la dirección de Haití a raíz del asesinato de Moise y luego fue destituido.
Joseph se reunió con el presidente Abinader el 2 de diciembre de 2020 en el Palacio Nacional cuando era ministro de Relaciones Exteriores y firmó con el canciller Álvarez un protocolo para la reparación o reemplazo de pirámides en la zona fronteriza.
Desde entonces Joseph, ahora presidente del nuevo partido político haitiano Engages pour le Developpement (EDE), ha arreciado sus mordaces críticas contra el país y acusado al gobierno de Abinader de racista.
En lo referente al actual primer ministro de Haití, Ariel Henry, su última coincidencia con Abinader fue en el marco de la reunión de la Novena Cumbre de las Américas en Los Ángeles, California, Estados Unidos, cuando aprovecharon el escenario para reunirse en junio de 2022.
Ambos insistieron en la necesidad de que la comunidad internacional fuera en atención de Haití. Este planteamiento parece haberse ido desvaneciendo con el tiempo, mientras Henry se ha ido distanciando de Abinader, arrastrado por la canalización del río Masacre, el cierre de la frontera y las manifestaciones de EDE, que piden su cabeza.
Resulta evidente entonces que el presidente Abinader en la presente coyuntura ha trazado una especie de Raya de Pizarro con Haití, la cual lo llevaría a no depender en absoluto de las decisiones que adopte la Organización de las Naciones Unidas.