“Lo perdimos todo”
Colchones expuestos a los débiles rayos del sol, estantes, ropa tendida y personas sacando agua de sus viviendas, era el panorama que se observaba ayer al llegar a La Ciénaga, un día después de que las torrenciales lluvias provocaran graves daños en el Gran Santo Domingo.
Las lluvias y el aumento repentino del caudal no le dieron tiempo a sacar sus ajuares, que quedaron en estado deplorable.
“Lo perdimos todo, ya no tenemos nada”, exclamó Cándida Pineda, una de las afectadas.
Más de 15 viviendas fueron inundadas, provocando que las familias salieran a buscar refugio, mientras otras amanecieron buscando formas para salvar lo poco que les quedaba.
Cándida Pineda contó a reporteros de Listín Diario que hacía tiempo no atravesaba una situación tan difícil. Su pequeña casa, donde vive junto a sus cuatro hijos y su esposo, quedó muy dañada como consecuencia de las lluvias.
Pineda indicó que el nivel del agua le llegaba a la cintura y que, a pesar de estar en fase de recuperación, por efectos de una trombosis, tuvo que poner en riesgo su salud para proteger su vida y la de su familia.
“El agua me daba por la cintura, la nevera estaba flotando, todo eso se perdió”, indicó.
En las afueras de su casa, Cándida colocó su estante, colchones, unas cuantas piezas de ropa, zapatos de sus hijos y sus notas escolares. Fue lo único que les quedó.
A pesar de que el presidente Abinader anunció la suspensión de docencia para este lunes y mañana martes, los problemas de Acosta, quien perdió todos sus ajuares, y la falta de recursos económicos, apuntan a una postergada ausencia de sus hijos en su educación.
“La ropa y uniformes de los niños estaban en un gavetero que por la rapidez no nos dio tiempo a sacar, todo eso se fue”, expresó María Elena.
Con rostro afligido, la madre contó que no trabaja y su familia se sostiene a base del trabajo de su esposo, quien es motoconcho.
Sus niños con 9 meses y otros tres en edades de entre 14 años, 11 y 10 años, perdieron “lo poco que tenían”.
Los más grandes ayudaban a limpiar la casa, su padre sacaba agua del río para echarle al piso, mientras Acosta observaba por unos segundos s escolares.
su ropa y la de su familia enlodada y acumulada en la acera.
Respecto a sus menesteres, Acosta declaró que solo pudieron salvar una cama “y a medias porque está toda sucia y mojada”, no obstante, sus muebles, electrodomésticos fueron arrastrados por las corrientes del agua y otros quedaron inservibles.
“No tenemos nada material, pero gracias Dios estamos vivos; eso es lo importante”, dijo Acosta.