De acuerdo con el testimonio de los afectados por el río Yuca, en Sabana Perdida, es la primera vez en muchos años que ven subir las aguas a esta magnitud
Varios sectores populosos del territorio nacional sufren hoy las consecuencias del disturbio tropical que azotó al país. Las calles de varias zonas acumulan basura, lodo, ajuares de hogares y sobre todo caras llenas de desconsuelo.
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Desde las afueras de las calles que dan entrada a sectores populosos del país se podía ver la ruina en la que quedaron decenas de familias al día siguiente de registrarse los torrenciales aguaceros del pasado sábado, ocasionados por un disturbio tropical.
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Los residentes de diferentes sectores catalogaron lo sucedido como una “desgracia”.
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Las calles estaban intransitables. Cada vehículo que se encontraba dudaba si atravesar ciertas zonas, que a pesar de ser avenidas principales se inundaron caóticamente.
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Las casas no solo se inundaban sino que también hay quienes sufrieron daños en sus techos, sin tener recursos económico para remediar la situación.
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Al día siguiente del disturbio los colchones mojados y sucios se amontonaban en los patios, testigos mudos de la devastación.
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La tristeza y desconsuelo de cientos de personas se reflejaba en sus caras. Algunos no sabían que hacer, por donde empezar o a donde irse.
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Varias instituciones han tratado de poner orden en el caos provocado.
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Sin embargo, la tarea está complicada. Se estimada que costará varios días el ordenamiento público de aquellos sectores afectados.
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Algunos ciudadanos solo quedaron con pedazos de sus hogares.
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Las fuertes lluvias se llevaron hasta los suelos de las calles, impidiendo el paso de vehículos.
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Los estantes y gaveteros que antes exhibían objetos preciados ahora estaban vacíos, llenos de lodo y desesperanza.
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Este lunes comenzaron a llegar organismos de socorro y de inmediato iniciaron los trabajos para mejorar el aspecto de la situación.
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Todavía el pasmo embargaba sus rostros de ver sus casas el día previo hasta la mitad de agua y no poder rescatar sus pertenencias porque era más importante correr para salvar sus vidas.
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Colchones expuestos a los débiles rayos del sol, estantes, ropa tendida y personas sacando agua de sus viviendas, era el panorama que se observaba en cada sector que visitaba Listín Diario.
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Algunos rostros era mejor no capturarlos, pues albergan en su mirar el pesar de la inundación.
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No solo las casas resultaron inundadas. Una cantidad incontable de vehículos se quedaron sumergidos en las aguas y los que lograron sacar tienen aspecto de no volver a funcionar.
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De acuerdo con el testimonio de los afectados, es la primera vez en muchos años que ven subir las aguas a esta magnitud.
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El camino para los niños llegar a sus casas estaba repleto de charcos de agua y lodo por doquier.
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Independientemente, varios moradores han intentado llegar hasta sus viviendas y ver que pueden conseguir, sin alcanzar sus objetivos.
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Las personas amontonaban sus trastes y demás pertenencias.
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Aun con el panorama de las cosas, los dominicanos se levantan e intentan levantar sus cosas.
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La tarea no será fácil, pero más de uno confesó que, "no tienen otra opción". Solo esperan ahorrar para lograr vivir dignamente y sobrepasar los cambios atmosféricos.
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La Alcaldía de Santo Domingo comenzó a realizar trabajos de limpieza para remediar los efectos provocados por el disturbio tropical.
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Muchos recordaron que el año pasado, el 4 de noviembre, vivieron un episodio similar, pero no como esta ocasión.
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Loa moradores, con la mirada baja y el corazón apretado, limpiaban incansablemente sus casas inundadas, tratando de devolverles algo de normalidad.
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Entre las construcciones cubiertas, hay negocios de los que es imposible de recuperar algo.
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Varios comunitarios se mantenían observando los desastres provocados por las lluvias.
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Las personas, con el peso del agua en sus hombros, sacaban cubetas para rescatar lo poco que quedaba de sus hogares.
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Las cañadas se desbordaron, la basura se acumuló, las paredes se cayeron y los expertos indican que crear un foco de contaminación.
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