Cómo escapó de las garras del fentanilo

La secuestraron junto a su pareja, la drogaron y la llevaron a Venezuela, allí durante el lapso de cinco días le inyectaron diferentes tipos de sustancias, también mataron a su esposo.

Estos fueron los detonantes para que Izzy se volviera una adicta a las drogas, llegando hasta el fentanilo, un opioide que casi acaba con su vida.

La dama, de 41 años de edad, contó a periodistas de LISTÍN DIARIO todo lo que ha sufrido en la vida, y las amargas situaciones que ha tenido que enfrentar para salir adelante y rehabilitarse por completo del uso de estupefacientes.

Izzy, apodo que utiliza este medio para reservar la identidad, no inició en las drogas por su propia cuenta, ya que a los 33 años fue secuestrada junto a su pareja, los drogaron y los llevaron hacia Venezuela, donde empezó su pesadilla.

De manera sistemática y junto a otras 22 personas, la dama fue drogada por cinco días, asegurando que no podía tener control de su cuerpo, por lo fuerte que eran las dosis que le inyectaban.

“Las venas se me quemaron de tantas drogas que me ponían, hubo personas que murieron en ese proceso”, reveló Izzy.

Mientras contaba que las venas se le habían quemado, la mujer procedió a quitarse un abrigo color blanco, y mostró las llagas que las drogas le habían provocado en la piel.

Estando raptados, sus malhechores mataron a su esposo frente a ella, ante esto y con todo el narcótico en su cuerpo, la llevaron a una depresión que la convirtió en una adicta.

No podía parar

“De ahí para allá empecé a consumir, y no pude parar. He estado luchando porque tengo hijos, siendo adicta salí embarazada, mi niño tiene tres años”, sostuvo.

Estando en un estado crítico y con más de un mes en cautiverio, dijo que una persona la ayudó a regresar a República Dominicana. La dama prefirió reservar los detalles sobre quién le apoyó.

“Un mes y 15 días después fue que llegue a mi casa, ya tú sabes, desbaratá, no sabía qué iba a hacer con las drogas”, indicó.

Al pisar su tierra, se reencontró con su madre y sus hijos, sin embargo, a diferencia de cuando salió del territorio nacional, Izzy regresó siendo una adicta a las sustancias, lo cual en poco tiempo la llevó a vagar por las calles.

Confesó que heroína y crack eran los estupefacientes que consumía, hasta que conoció el fentanilo, el cual declaró lo conseguía en el sector Capotillo del Distrito Nacional.

“El fentanilo se usó en los puntos de heroína, sin darnos cuenta, nos lo dieron sin decir, lo molieron. Ya después, hubo muchos a los que le gustó”, afirmó.

Efectos devastadores

Los efectos de este opioide eran tan atroces, que Izzy se vio obligada a dejarlo y cambiarlo por otros narcóticos, debido a que estaba destrozando su cuerpo.

“Yo salí corriendo, me estaba matando, mi piel se desbarató. Todo eso yo lo tenía podrido, yo estaba esperando la hora”, manifestó Izzy al momento que mostraba su brazo, el cual todavía se nota afectado.

Sobre los efectos de la llamada “droga zombie” expresó que “el fentanilo te va desbaratando por dentro, se te va la fuerza, te duele mucho la cabeza, tú te pones y te pones. Da mucha ansiedad”.

Asimismo, precisó que una dosis de fentanilo “de mala calidad” le costaba unos 500 a 800 pesos en el sector Capotillo, por lo que solía recurrir a comprar varias bolsas al día, como mínimo cinco.

Para costear su vicio, vendía ropa, ya que necesitaba estar bajo los efectos de la droga “antes de dormir, o antes de comer”, era una dependiente.

Ante esto, declaró que en la calle 42 de Capotillo y en El Conde peatonal, de la Ciudad Colonial, se está vendiendo fentanilo, siendo los jóvenes los que más consumen.

Rescatada

Izzy estaba esperando que llegara el día de su muerte, cuando fue rescatada por la institución “El Mesón de Dios”, cuyos directivos la vieron en un reportaje que realizó Julio Hazim e inmediatamente fueron a socorrerla.

Ella fue ingresada en la unidad de desintoxicación y posteriormente evaluada por el personal correspondiente, que lograron cambiarle la vida Izzy, quien tiene tres meses fuera del consumo y ha presentado mejoras en su aspecto físico y las heridas que le causaron las drogas.