Rubby Pérez, de 69 años, nativo de Haina, logró su gloria musical durante un recorrido de casi 50 años en el merengue.

Rubby Pérez, de 69 años, nativo de Haina, logró su gloria musical durante un recorrido de casi 50 años en el merengue.

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Rubby Pérez: Una vida que comenzó y terminó con merengue

Su nombre era Roberto Antonio Pérez Herrera y nació el 8 de marzo de 1956 en Haina


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Yeilín Peñayeilin.peña@listindiario.com
Santo Domingo, RD

Su vida dio un giro a los 15 años, cuando un accidente automovilístico truncó su sueño de ser beisbolista. Lo que parecía ser el fin, fue en realidad el inicio: cantar para sus compañeros en el hospital lo llevó a convertirse en la voz más alta del país. Así nació Rubby Pérez.

Su nombre era Roberto Antonio Pérez Herrera y nació el 8 de marzo de 1956 en Haina.

Creció con padres separados, lo crió su abuela a quien añoraba como “su vida”.

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Se consideraba un estudiante ejemplar, competitivo y muy querido por sus maestros. “Nadie sacaba mejor nota que yo”, dijo en una entrevista con Viviana Gibelli. Esa misma determinación, dijo, lo acompañó siempre: “Nunca nadie va a estar sobre mí”.

Todo cambió el día en que un médico le dijo que su vida como deportista había terminado a raíz de un accidente automovilístico a los 15 años. No podría volver a correr, no podría volver a jugar pelota. Rubby quedó muy afectado.

Relató que en un momento de desesperación abrió la llave del suero en su habitación del hospital, provocándose un shock. “Yo la abrí como si fuera una llave”, recordó y confesó que, lo hizo con la intención de “quitarse del medio”, convencido de que ya no tenía otra oportunidad en la vida.

Ocupaba la cama 13 en la sala número tres del hospital, un número que nunca olvidó. Fue allí donde empezó a cantar para animar a otros pacientes. Las enfermeras le pedían que le cantara al de la cama uno, o a quien estaba recién operado, y desde su cama, Rubby alzaba la voz para que lo escucharan.

En ese lugar, Rubby descubrió el don que viviría con él toda la vida. Aceptó lo que él mismo llamó “la voluntad de Dios”, y entendió que su talento estaba llamado a deleitar a otros con su voz.

Cuando salió, caminaba con muletas, y la vergüenza de ser visto así lo mantenía aislado. Nunca tuvo una prótesis. En una entrevista con el comediante Carlos Sánchez demostró que esta discapacidad motora fue el resultado del accidente.

Durante ese tiempo, un amigo cercano comenzó a insistirle para que se integrara a un grupo juvenil vinculado a la Iglesia Católica, donde se reunían a cantar, compartir y hacer comunidad. Al principio se negó, pero tras semanas de resistencia, finalmente accedió.

La primera vez que asistió, escuchó al orfeón masculino ensayando una canción que encendió algo dentro de él, la canción era “El sonido del silencio”. Encontró un lugar donde sanar y empezar de nuevo.

Su talento no pasó desapercibido. Pronto fue invitado a formar parte del coro del Ateneo Dominicano en Santo Domingo, y poco tiempo después asumió el rol de subdirector de este.

Tenía entre 16 o 17 años cuando ingresó también al coro del Conservatorio Nacional de Música, confirmando que este era el camino que comenzaba a abrirse ante él.

Dentro de todo este crecimiento, su mayor impulso seguía siendo el amor y la presencia de su abuela. “La motivación más grande que yo tuve fue mi abuelita… le decía mamá”, dijo Rubby.

Esta formación le permitió ingresar en 1977 a una agrupación de merengue: Los Pitágoras del Ritmo, en Haina.

Es en 1978 cuando pasa a Los Juveniles del Sabor de Baní, orquesta liderada por el maestro Luichy Herrera.

En 1980, con la misma orquesta, graba el tema "Adelita", el cual fue recopilado en una producción de la orquesta La Gente del País, con arreglos del maestro Pedro Anciani (Cupey).

Grabó a dúo con Fernando Villalona “El Mayimbe” en 1981 el éxito autoría de Fernando Echavarría "Pato robao".

Al año siguiente Rubby pasaría a Los Hijos del Rey, de la mano de Rafael Cholo Brenes, haciendo frente junto a Jao Aguilera y Jacinto Gantier siendo parte habitual en "El Show Del Mediodía".

Si la breve etapa con “El Mayimbe” fue la prueba de fuego, el ingreso de Rubby a la orquesta de Wilfrido Vargas en 1982 fue la forja final para definir lo que era un artista ya consagrado.

Volveré

Rubby Pérez compartió a Listín Diario que “Volveré”, original del español Chiquitete, llegó a su vida “de manera accidental”, ya que no estaba destinado para él, sino para el vocalista Jorge Gómez, cuando pertenecía al grupo Los Beduinos de Wilfrido Vargas.

Pérez afirmó que “Volveré”, lanzada en 1985 es el tema que lo presentó “como cantante verdadero”, marcando un antes y un después en su carrera.

En esos años, El Show del Mediodía encontraba en Sabroshow un rival importante. Este último, transmitido por el canal 7 de Rahintel, fue el espacio que le abrió a Rubby Pérez la puerta para lanzar su carrera como solista.

Con la bendición de sus antiguos directores musicales, el oriundo de Haina agradeció públicamente a todos los que hicieron posible esa nueva etapa en su vida artística.

Su primer disco como solista, Buscando tus besos, fue el inicio de una carrera muy exitosa.

Canciones como Volveré, El africano y Sobreviviré lo mantuvieron vigente en la radio, en los escenarios y en el corazón del público. Esta última, en particular, se convirtió en un tesoro para él: “Sobreviviré es uno de esos temas de los que yo no voy a poder desprenderme jamás, hasta que me muera”.

El merengue para Rubby

Este género significaba para Rubby más que un ritmo: un legado, una herencia viva. “Mi eslogan del merengue”, dijo en una entrevista con Junior Cabrera es “el ADN de la patria”.

“En el ADN tuyo está de dónde tú vienes, toda tu vida, toda tu historia. Pues en el merengue dominicano, el que quiera conocer la República Dominicana solamente tiene que hurgar en el merengue”, añadió.

Para él, cada compás es un testimonio de lo que ha sido el país. “En el merengue está la historia entera de Trujillo, lástima que hemos botado esos merengues y nadie los toca”.

En su memoria, el género contenía narrativas ocultas de valor y patria. “En el merengue está la historia de un hombre que él solo agarró un fusil y se fue a la loma y le dijo a Trujillo: ‘No, usted se equivocó’… Y Wilfrido inmortalizó con un tema: Enrique Blanco”.

Enumeró en la entrevista cómo con güiras se construye la historia de la República. “En el merengue usted encuentra la historia de Horacio Vásquez, la historia del general Desiderio Arias… La historia completa dominicana está escrita en el merengue”.

La visión de Rubby era que, si algún día desaparecía el merengue, desaparecería también una parte irremplazable de la identidad nacional. “Cuando desaparezcan los cantantes que creemos en la República Dominicana, va a desaparecer definitivamente”.

Un mes antes de su muerte tuvo una presentación en el gran escenario de Premios Soberano, donde interpretó algunos de sus éxitos.

Rubby dejó en total a siete descendientes: July Pérez, Zulinka Pérez, Yuzulka Pérez, Mariel Pérez, Casiey Pérez LeBron, Ana Beatriz Perez y un séptimo no identificado.

La más conocida Zulinka, quien formó parte de su orquesta durante 15 años, estuvo presente en el deceso de su padre.

Tan solo semanas antes de fallecer, pudo estar presente en la celebración de los 15 años de su hija menor Ana Beatriz.

Rubby Pérez comenzó su vida con merengue… y terminó con merengue el 8 de abril de 2025 en el trágico colapso del techo de la discoteca Jet Set, lugar donde tuvo múltiples presentaciones y donde falleció haciendo lo que más amaba: estar en el escenario, cantar y que la gente disfrutara de buen merengue.