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Oye País

Realidades vs fanatismo y populismno

“Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”

A Listín Diario no hay necesidad de salir a defenderlo. Su ejercicio plural, abierto a todas las corrientes del pesamiento, radical en la búsqueda de la verdad y en favor del bien común, de la sociedad, hablan por el decano de la prensa dominicana y de la visión y compromiso de sus ejecutivos, empresariales y editoriales, por el país.

Lo digo directamente, para que no haya dudas de a lo que refiero más adelante.

Los documentos de la CIA, del Departamento de Estado y otros organismos de inteligencia y seguridad que han comenzado a ser desclasificados por el gobierno de Estados Unidos, de episodios ocurridos entre finales de los ‘50 y la primera mitad de los ‘60 del siglo pasado, hace más de 65 años, tienen necesariamente que contener referencias a episodios de la vida dominicana de la época, en especial por ser nuestro país centro de atención por los horrores de la dictadura de Trujillo y su camarilla.

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Documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos

Al igual que lo ocurrido con los WikiLeads, en 2010, o los Panama Papers, en 2016, muchos de los documentos puestos en manos del público, adolecen de ser apreciaciones, y/o repeticiones de publicaciones, y/o informes, y/o confesiones en diferentes escenarios. Documentos cuyo contenido necesariamente no tienen porque ser riguerosamente ciertos o completamente correctos. Lo que si son documentos que reposan en un archivo de alguno de esos departamentos de inteligencia y/o seguridad.

El deber, la obligación de un medio que se precie de objetivo, responsable, ceñido a la verdad, es publicar, poner en manos de la sociedad dichos documentos, abiertos a la gente por sus guardas y/o estamentos desde los que se elaboraron, en un momento determinado.

La gente debe conocer, de manera transparente, el contenido de informes de esta naturaleza para poder establecer la realidad de los hechos y, en este caso específico, qué visión y/o conclusiones pudieron tener los guardas de los mismos. Incluso, para que la gente pudiera determinar si tal o cual acción resultó provocada por alguno de esos informes o documentos.

Decir, por lo tanto, que el Listín Diario es parte de una campaña pro trujillista porque ha publicado un informe que forma parte de un dossier de los organismos de inteligencia y seguridad de Estados Unidos, es pretender endilgar culpas, para rehuir las responsabilidades de los que se han atribuido el derecho a juzgar y censurar a los demás.

Es pretender ‘matar al mensajero’, aun cuando solo ha cumplido el deber, en este caso periodísticamente objetivo, ya que la publicación de los documentos de Estados Unidos no son una invensión del Listín Diario, ni una ratificación de que su contenido sea cierto. Es la puesta en manos de la gente la oportunidad de construir la realidad de la historia, sobre la base de las verdades y las mentiras que se desarrollan en su entorno.

En el país hay grupos, personas, que han vivido el proceso democrático desde la caída de la dictadura -con golpe de estado, revuelta cívico militar, intervención extranjera, crisis electorales, incluidos- a base del chantaje de la acusación de trujillistas, déspotas, ultraderechistas, para pretender juzgar a los demás, apoyados en historias que no permiten ser cuestionadas ni contratadas. Son grupos y/o personas que, sustentados en determinados apellidos, que se creen dueños de la verdad y que en ese tenor, pretenden trazar paustas al resto de la sociedad aduciendo razonamientos solo consistentes con su forma de pensar, actuar y procurar ganancia de causa e intereses.

Y de ahí, que esos personeros -y los que se suben al mismo carro por populismo o temor, porque los hay de ambos- andan como francotiradores a la caza de quienes quieren, o pretenden, endilgar culpas sobre un episodio que gana popularidad, o temor, como es el antitrujillismo a ultranza.

Recuerdo a finales de los ’80 cuando el prestigioso abogado Eduardo Díaz -hijo del héroe nacional Juan Tomás Díaz, uno de los ajusticiadores de Trujillo- se quejó amargamente ante Moisés Pellerano por una nota que había sido publicada en el diario Ultima Hora -en ese momento bajo mi responsabilidad, como subdirector, ya que director, Aníbal de Castro, estaba fuera del país- en que se reseñaba que un grupo de familiares y amigos de Rafael Trujillo invitaban a una misa en su memoria, con motivo de su fecha de nacimiento, el 24 de octubre. La publicación de la nota fue autorizada por mí y estoy convencido de que si Aníbal de Castro hubiera estado al frente del periódico, en ese momento, hubiera hecho lo mismo, dado su sentido periodístico, ya que era una información que la gente debía conocer y que el deber periodistico indicaba su difusión, pues pretender ocultarla no significaría que el acto no ocurriría. Eduardo Díaz llegó tan lejos, en la ocasión, que sugirió a Don Moisés, apelando al antitrujillismo de la familia Pellerano, que me despidiera del periódico -según me comentó él mismo- por trujillista, como forma de enviar un mensaje. Claro, Don Moisés no le hizo caso.

La Constitución dominicana resalta el pluralismo ideológico, la libertades de conciencia y de cultos, la libertad de expresión, la libertad de prensa. Por ello es que no entiendo como aún está vigente una ley que ‘prohíbe’ el trujillismo. Una aberración de la democracia que no tiene razón de ser hoy, toda vez que Trujillo y el trujillismo, que no era una ideología sino el desenfreno aberrante de un hombre y su camarilla que oprimió a la gente de esta nación a sangre y terror durante 30 años, fue liquidado el 30 de mayo en el Malecón de la capital por un grupo de hombres, de héroes, que se jugaron la vida para dar la libertad que hoy disfruta esta nación.

Es que la lucha por la democracia y las libertades no se desarrollan con fanatismos ni populismos, sino con transparencia, objetividad y con los hechos que conforman la historia.

El autor fue director

de Última Hora

rlgonzalez50@gmail.com

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