ENFOQUE
Fue sin querer, queriendo
Hace unas décadas, el Chavo del 8 popularizó la frase “fue sin querer queriendo”, con la que, después de una travesura, intentaba excusarse con cara de inocente. Al parecer, esta expresión ha trascendido la comedia mexicana y se ha convertido en la filosofía del gobierno dominicano.
En cualquier país del mundo, sería un escándalo que un gobierno promoviera una ley para auto-asignarse la potestad de renegociar contratos de concesión fuera de su período, que días después renegociara un contrato aeroportuario sin licitación, que recibiera por adelantado los recursos que corresponderían legítimamente a los gobiernos de los próximos 37 años, que el monto adelantado fuera menos de la mitad del valor real del contrato, que la mayor parte del dinero se recibiera en plena campaña electoral y que se prometieran obras específicas con esos fondos para luego destinarlos a proyectos completamente distintos. Pero aquí, todo eso se hace… sin querer queriendo.
Cambios en el presupuesto
Cuando el gobierno anunció la “histórica” renegociación del contrato de AERODOM, prometió destinar 742 millones de dólares a grandes obras de infraestructura terrestre en el Gran Santo Domingo. Curiosamente, meses después, envió al Congreso una reformulación presupuestaria reduciendo drásticamente el gasto en infraestructura, con una caída del 30% respecto al presupuesto original, algo pocas veces visto en la historia reciente.
En línea de tiempo, en septiembre de 2023 el gobierno presentó un presupuesto con 1,015 millones de dólares para infraestructura terrestre. Luego, en noviembre del mismo año, justificó la renegociación del contrato de AERODOM alegando que necesitaba más recursos para una mayor cantidad de obras. Seis meses después, bajó el gasto en infraestructura terrestre a 734 millones de dólares, quedando incluso por debajo del monto que recibiría de la renegociación.
Curiosamente, el presupuesto de inversión en infraestructura terrestre durante el año 2024 fue inferior a lo ejecutado en 2023, a pesar de los recursos extraordinarios obtenidos por la renegociación del contrato de AERODOM.
Es decir, el gobierno solicitó al Congreso permiso para renegociar anticipadamente un contrato con el argumento de que necesitaba más dinero para infraestructura, y luego sometió una modificación presupuestaria reduciendo esos mismos fondos.
¿Y en qué se gastaron los recursos de AERODOM?
Según el propio gobierno, cerca de 742 millones de dólares se invertirían en seis grandes obras de infraestructura en el Gran Santo Domingo. Sin embargo, el Gran Santo Domingo apenas recibió 117 millones de dólares en la zona, es decir, de cada 100 dólares prometidos, solo obtuvo 16.
Es decir, si alguien en el Gran Santo Domingo se animó pensando que con las inversiones de estos recursos se reducirían los tapones, la triste realidad es que le tocará seguir esperando.
Pero el descuadre entre lo prometido y lo realizado no es solo a nivel territorial. Mientras que se anunció al país 742 millones de dólares de inversión en puentes, carreteras, calles y soluciones viales, el gobierno agotó los recursos y solo destinó 279 millones de dólares a estas inversiones (menos de la mitad). Y es que, contrario a lo prometido, el gobierno decidió repartir estos recursos en todo tipo de obras, desde estadios de béisbol hasta mercados municipales.
Además, en una jugada sorpresa, casi la mitad del dinero fue destinado a proyectos de transporte ferroviario, pese a que en los documentos enviados al Congreso ni en los anuncios oficiales se mencionó una sola vez la palabra “ferrocarril”.
Y como no podía faltar, casi 3,000 millones de pesos fueron usados para gasto corriente: nómina, ayudas, publicidad y otros rubros que no generan desarrollo. Esto si que no es sorpresa, pues este gobierno tiene una inclinación especial por el gasto corriente improductivo.
Tampoco la entidad ejecutora de dichos recursos fue la originalmente anunciada. Se informó al país de obras que el Ministerio de Obras Públicas iba a construir con los recursos de AERODOM, pero en realidad dicho Ministerio gastó menos de la mitad de los recursos del contrato renegociado. Por el contrario, Presidencia de la República fue el gran destinatario de fondos, a través de los ya famosos fideicomisos.
Pero claro, todo esto ocurrió “sin querer queriendo”.
Un gobierno de récords… negativos
De manera similar, sin querer queriendo, este gobierno ha logrado hitos difíciles de igualar:
• La mayor alza de precios de los alimentos en 18 años.
• El mayor nivel de pérdidas en el sector eléctrico en 15 años.
• La reducción de la cobertura educativa al nivel más bajo en una década (salvo 2020 por COVID).
• El mayor número de muertes maternas en 10 años.
• La mayor tasa de homicidios en 7 años.
• Los menores niveles de inversión pública como porcentaje del PIB en 50 años.
• El colapso del sistema de emergencias 9-1-1, la asistencia vial y el programa de medicamentos de alto costo.
Pero, eso sí, todo ha sido con las mejores intenciones, con una publicidad impecable de logros “históricos” y, sobre todo, siempre, pero siempre, sin querer queriendo.