sin paños tibios
“A los héroes sin nombre”
Ahora que el nuevo año comienza y los periódicos hacen un recuento de lo vivido y proyectan cuáles serán los desafíos de 2025; antes que lo ordinario nos arrope y volvamos a vivir el día a día y se pierda la ventana emotiva que representa el cierre de un ciclo y el comienzo de otro; es propicio recordar a los pocos muchos que de manera silente trabajaron para que los muchos muchísimos pudiésemos disfrutar en paz y tranquilidad; y, en el caso de quienes salieron de sus hogares, pudieran retornar sanos y salvos.
A esos héroes sin nombre (y con perdón de Bermúdez); a los “47,422 colaboradores de los organismos de primera respuesta, como brigadistas, médicos, paramédicos, militares, policías, especialistas en búsqueda y rescate, voluntarios y otros” que trabajaron los días festivos, dentro del marco del operativo “Conciencia por la vida” que realizó el Centro de Operaciones de Emergencias (COE); a esos anónimos servidores y voluntarios, que trabajaron sacrificadamente, desparramados en las 32 provincias, carreteras, cruces de caminos, estaciones de peajes, etc., toca dar las gracias.
En retrospectiva, si miramos nuestros organismos de socorro y asistencia ciudadana, los últimos 20 años han sido un proceso constante de fortalecimiento de las capacidades nacionales. El COE, Defensa Civil, Cruz Roja, bomberos, la COMIPOL del MOPC, etc., han mostrado una madurez institucional que merece reconocimientos y aplausos.
Como país, hemos avanzado bastante en fortalecer la capacidad de respuesta de dichos organismos tanto a nivel de competencias internas, equipos, mejoras salariales, viáticos, recursos; aunque siempre lo que tienen será insuficiente y lo que necesitan superará las capacidades presupuestarias del Estado, pero los resultados demuestran que merece la pena, y las estadísticas no mienten.
Porque tan importante como los operativos navideños dispuestos desde las instancias responsables de la seguridad ciudadana lo es la respuesta organizada de una sociedad que se hace presente en todos los períodos especiales que suponen picos de concentración, desplazamientos, movilizaciones, y saturación de redes viales, balnearios y lugares públicos.
Nos toca como ciudadanía aprender de los ciudadanos que se organizan para apoyarnos y cuidarnos, y respetar a las autoridades competentes; y, aunque al cierre de esta edición el corte estadístico no ha sido emitido –pues el operativo continúa en marcha–, las perspectivas son halagüeñas si se repite la disminución de los patrones negativos observadas el pasado 23-25.
Las buenas prácticas merecen ser reconocidas y es justo que a nivel presupuestario las organizaciones vinculadas a la respuesta del Estado en prevención, gestión, respuesta y mitigación de desastres, emergencias y eventos festivos extraordinarios –como las pasadas fiestas–, reciban incrementos significativos en las partidas que garantizan la eficiencia de sus operaciones, y que los responsables y titulares de los mismos reciban no sólo las felicitaciones, sino las promociones de lugar, porque lo merecen.