TESTIGO DEL TIEMPO
Todo está perversamente calculado
El presidente Luis Abinader extiende el plazo a los funcionarios para que presenten su declaración jurada de bienes. La vicepresidenta Raquel Peña se opone, a la extensión. Abinader anuncia y empieza a ejecutar un programa de repatriaciones masivas de indocumentados haitianos; la vicepresidenta Raquel Peña se opone, quiere legalizarlos “para que se ganen su comida”.
Parecería una administración contradictoria, pero no lo es. Así el gobierno controla ambos lados de toda discusión. Quienes están contra Abinader apoyarán a Peña y viceversa; al final, todos apoyan al gobierno.
Abinader hace lo que le conviene, Peña quiere sustituirlo, diciendo que seguirá lineamientos del Foro Económico Mudial (FEM) coqueteando con los globalistas para su apuesta presidencial.
Es una versión perversamente actualizada de aquella ley de la “unidad y lucha de contrarios”; el gobierno secuestra todos los temas. No es contradicción, es perversión, sembrando confusión.
Mientras militarizaron la frontera y construyen el muro fronterizo, entraron más indocumentados que nunca al país. Deportar indocumentados es todo pantalla, tendrán que responder los reclamos de la agricultura y la construcción que necesita esa mano de obra barata.
En su primera administración, Abinader tomó cerca de 50 mil millones de dólares prestados, nadie sabe para qué. Ahora le sacará el dinero de las costillas a las clases media y baja, para financiar el gasto público en aumento constante.
Nos entretienen con la reforma fiscal, modifican la Constitución a su antojo, no habrá consulta popular, el pueblo no será escuchado, pero todos son “demócratas”.
Ningún diputado pronuncia media palabra fuera del libreto; podrían eliminar su distrito en el cambio constitucional.
Los “corruptos” ofrecieron una relativa estabilidad energética, el gobierno “honesto y transparente” la destruyó y no es ineficiencia, es otra perversidad fríamente calculada.
Una estafa deliberadamente ejecutada. Cobran la energía sin proveer el servicio, también empujan al consumidor a comprar plantas, inversores y baterías, doble gasto por un servicio deficiente, pero son “honestos y transparentes”.
Quienes arman esas madejas de perversidades siempre terminan atrapados en su propia telaraña. Abinader y Peña deben saberlo.