SIN PAÑOS TIBIOS

Falcondo, frente al abismo

Desde principios de 2023 Falcondo viene presentando problemas. La empresa fue adquirida en 2015 por Americano Nickel (AN) y reinició operaciones en 2016; desde entonces, a excepción de 2021, todos los ejercicios fiscales auditados arrojan números rojos.

Si habláramos de una empresa privada cualquiera, fuera un tema privado, pero no. Hablamos de una empresa que genera 1,046 empleos directos en Bonao y miles de indirectos; que ha generado un pasivo ambiental importante que debe gestionar y remediar; una en la que el Estado posee el 13% de sus acciones.

El aporte de sus actividades mineras se ve reflejado en las cuentas nacionales, y su impacto económico se siente en cada rincón de la provincia, en un efecto derrame a través de la cadena de proveedores de bienes, servicios y de sus contratistas.

El impago de la regalía navideña en el mes de diciembre no hizo más que evidenciar públicamente la dimensión de la crisis. El pasado 18 de enero -y bajo presión del Ministerio de Trabajo (MT)-, los empleados finalmente cobraron, por lo que muchos respiraron momentáneamente y engavetaron el tema, pero quedan aún sobre la mesa muchas preguntas sin responder, pues todos siguen en sus casas, nadie les da la cara, no hay señales de inicio de operaciones, y se cierne sobre ellos la amenaza de una suspensión laboral general.

A nivel de acreedores, la crisis es peor. La deuda a los suplidores locales y nacionales sobrepasa los US100,000,000, que van desde contratistas, suplidores de combustibles, equipos pesados, talleres de servicios, importadores de piezas e insumos, ferreterías, almacenes, supermercados, así como todos los relacionados a estos; creándose una cadena de impagos que amenaza con colapsar todo, y que se manifiesta en cancelaciones de empleados, préstamos en ejecución, pagos de obligaciones tributarias pendientes, etc. ¿Quién dará la cara?

El Estado está conminado a actuar inmediatamente; es regulador, fiscalizador, recaudador y accionista, y en todas esas atribuciones ha sido indiferente y negligente por décadas. Los caminos por delante son pocos y difíciles. La gestión de AN al frente de la empresa deja mucho que desear. Con gastos operacionales excepcionalmente altos, la empresa aparenta ser un mal negocio. Con una vida útil de 7-10 años, y los precios del níquel bajos, ¿Aportará la empresa los US30,000,000-US40,000,000 necesarios para iniciar operaciones?, ¿los US15,000,000 para incorporar un filtro eficiente a su chimenea?, ¿los US100,ooo,000 para negociar con los suplidores y acreedores?, ¿o los US13,000,000 de su pasivo laboral? Finalmente, ¿que harán sus empleados si cierra?

El calendario electoral condiciona todo. El mejor escenario del gobierno es postergar la crisis hasta mayo (y después hablamos), pero los números ni la situación lo permiten. Toca al Estado liderar responsable y transparentemente el proceso con Americano Nickel; buscar una salida negociada, o –vía judicial– lograr un take over e indemnizaciones en daños y perjuicios; tomar el control de la operación; asumir compromisos y liderar el proceso de recuperación de la empresa. Es eso, o el desastre.