el bulevar de la vida
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La gris confirmación de una advertencia
Tan lejos como en mayo 2010, uno escribía: Si como afirma Sor Joaquín Cardenal Sabina “lo peor de la pasión es cuando pasa”, lo de mejor de una dictadura es cuando muere.
Dicho esto, hagamos lo necesario para no “llamar el diablo” que desde hace unos años viene rodando por las calles de la isla desde las alcantarillas de la historia con un virus de la mano: el del odio.
Uno lo había advertido mil veces, en mil bulevares y dos lamentos. Sin embargo, fue un señor de altas luces, oráculo intelectual y literario de la América morena, Carlos Fuentes quien, antes de su viaje final hacia donde no se vuelve, afirmó: “la pobreza es la peor infamia de una sociedad”.
Lapidaria frase, que acompañó con otra no menos certera y visionaria: “Si no se paga la deuda social acumulada, a la América le llegará la nostalgia autoritaria”, eso, “la nostalgia autoritaria”, que en plan dominicano significa que cada fracaso de cada gobierno más o menos democrático en distribuir mejor las riquezas, aumentar las oportunidades y disminuir la pobreza, es una incitación al pasado, a la aparición perversa de un “coronel” que se quiera casar, pero ya no con la gloria de un febrero duartiano o un abril de los nuestros, sino con el infierno de ellos, el infierno de una dictadura.
El asunto es sencillo, mientras más fallamos los dominicanos en construir una democracia con demócratas, con régimen de consecuencias; una democracia de justicia social y oportunidades para todos, más se atreve el trujillismo, la nostalgia trujillista que ya tiene Fundaciones, escribe columnas felices en los diarios, publica libros de homenaje y chulería, y a este paso, TERMINARÁ CREANDO UN PARTIDO, importando a algún nieto innombrable para que siga sus pasos o más exactamente sus cavernas. Pero, además, nietos, ahijados y sobrinos del mal es lo que les sobran al perínclito de San Cristóbal.
Lo dijo Carlos Fuentes, para quien quiera escucharlo en la partidocracia reinante, en el CONEP y sus señores, en la embajada imperial y sus locales actores, en la izquierda y sus rencores: “La pobreza es la peor de las infamias”.
En 2010 uno reiteró su vieja advertencia, que ahora nuestros demócratas con vacaciones y “a sigún” han convertido en realidad: El trujillismo genocida tiene –en la democracia– un partido creado para destruirla.