Escuela República de Haití lleva ocho años en reconstrucción
Período docente. Más de 1,200 estudiantes de la escuela reciben clases en ocho aulas divididas.
La Escuela República de Haití, en el ensanche Luperón del Distrito Nacional, lleva ocho años sufriendo los retrasos en la entrega de sus planteles educativos, los que fueron demolidos en 2015, durante el gobierno de Danilo Medina, con intención de ser remodelados.
Con una matrícula de 1,200 estudiantes obligados a coexistir “básicamente uno arriba de los otros”, las autoridades del centro refieren que han librado una lucha constante para ser escuchados por los mandos altos del sistema educativo.
“No tiene nombre lo que nosotros estamos viviendo aquí. Los niños no tienen espacio de recreación porque como está en construcción les fueron quitados espacios, el área del acto a la bandera es esta entrada y ellos llegan y es en ese zinc con el sol quemando que deben pararse”, relató una de las orientadoras de la escuela al señalar el limitado y poco preparado espacio en el que se realiza el acto protocolar a la bandera, que además es el propio de los niños de nivel inicial.
En total, la Escuela República de Haití mantiene un solo edificio de dos niveles, con cuatro aulas en cada uno que están divididas en dos espacios para albergar grados diferentes, lo que quiere decir que cursos habilitados para la recepción de treinta estudiantes, están separados a la mitad con material de cartón y reciben un total de 60 o más niños.
“Es inhumana la condición en la que nosotros estamos trabajando, pero la semana pasada dimos un pacho en la lucha y no nos vamos a parar. Vamos a continuar hasta conseguir respuesta”, expresó Dulce Vargas, directora de la escuela ubicada en el populoso sector.
Enfrentamiento
Según desveló Vargas, junto a los administrativos y la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), han llevado varios enfrentamientos y reclamos en la lucha porque sean terminados los otros tres edificios educativos, unas aulas extras y el comedor que abriría paso a que la escuela sea de tanda extendida.
Durante los últimos ocho años los trabajos han avanzado a pasos de tortuga con la empresa de ingenieros contratados por el Estado, que en más de una ocasión se paralizó afirmando una falta de viáticos.