Vivir en Buenos Aires

Los autores recorrieron el sector y descubrieron algunas irregularidades que escapan a la simple vista

Fotos: Jorge Martínez.

Fotos: Jorge Martínez.

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Audry Trinidad / Cibely Ramírez / Sauro ScalellaSanto Domingo, RD

El caos y el bullicio provocados por la gran cantidad de vehículos públicos y de motocicletas es el panorama que, desde tempranas horas del día, se vive en la calle principal que limita con la entrada hacia el sector ‘Buenos Aires de Herrera’, ubicado en el municipio de Santo Domingo Oeste.

El populoso barrio es una representación de la manera en que puede converger tanto la vida tranquila y hogareña como la agitada actividad de diversos puntos de comercio.

Es como visualizar dos mundos diferentes, donde algunas calles están abarrotadas de negocios, tiendas por departamentos, mini supermercados y colmados, siendo estos últimos dos los que abundan más en cada rincón del sector, junto a personas que apuran el paso para conseguir sus compras.

Por otro lado, está la parte del barrio en que muy difícilmente se ve a alguien caminando por las aceras. Allí hacen mayor acto de presencia las casitas de madera y concreto, entre otros materiales, junto a otras con techos de zinc.

Asimismo, y al igual en otros famosos sectores de la ciudad capital, la pequeña población que reside en Buenos Aires de Herrera se ha caracterizado por la mentalidad de “josear” como una forma de sobrevivir en la calle.

Así es la vida de un grupo de jóvenes con edades que oscilan entre 17 a 20 años crecidos en Buenos Aires de Herrera y quienes al compás de la ‘calle’ y sus desafíos, priorizaron la idea del “joseo”, buscándose la vida como ‘motoconchistas’, y apartando de los estudios de sus vidas.

Basura y agua

Por las calles del sector es imposible no encontrar amontonada la basura en casi todas las aceras, tanto en sacos como en fundas de plástico o tirada de manera individual.

Este factor hace que el olor característico del sector sea más acercado a lo putrefacto que a lo agradable, a raíz de los desechos sólidos en descomposición que esta contiene. Asimismo, hace que al instante se haga notoria la falta de zafacones por los alrededores.

A pesar de esto, los residentes no tienen queja porque el camión del Ayuntamiento encargado de recoger la basura pasa dos veces a la semana y los desperdicios acumulados supuestamente se producen a raíz de que los ciudadanos sacan las fundas de sus hogares para que sean recogidas.

En relación al agua, esta no llega todos los día de la semana, sino solo dos de estos, específicamente, los martes y sábado. Por esta razón, los habitantes viven el día a día con cubos de agua, los cuales utilizan para hacer sus quehaceres del hogar como fregar, limpiar y lavar.

Para conservar esta agua se lavan y desinfectan correctamente sus baldes con cloro, para evitar enfermedades como el dengue, enfermedad que proviene del agua posada, limpia o no.

Juventud

La juventud del sector parece no aspirar mucho a grandes cosas en la vida.

Según narraron lugareños, los jóvenes no buscan centrarse en estudios y forjar un buen camino, sino que viven sumergidos en el mundo de las drogas y de las fiestas.

La pobreza hace que muchos de ellos carezcan de opciones. Durante el recorrido los autores observaron cómo muchachos de edades no superiores a los 16 años se buscaban la vida trabajando como motoconchistas. Esta realidad debería ser otra, puesto que a los 16 años un menor debería estar en una escuela que garantice sus estudios y su formación como principal responsabilidad. Sin embargo, en Buenos Aires de Herrera esto pareciera alejado, ya sea por la necesidad de conseguir el sustento propio, por dejadez o por falta de interés. Los jóvenes abandonan sus estudios y se dedican al “joseo”, en busca de dinero sin ser un empleado formal.

Esta es la triste realidad de un sector capitalino donde una de sus grandes quejas se vincula a una juventud rezagada. Los vicios del alcohol y las drogas predominan sobre sus almas y no hay quien interceda por esos jóvenes que sobreviven sin ningún tipo de esperanza.

Motoristas y Policías

Un conflicto ocurre entre moradores y agentes de la Policía Nacional (PN). Los autores de este reportaje recibieron denuncias de atropello por parte de los agentes del orden.

Los ciudadanos denunciaban que miembros de la PN “cometían abusos al despojarlos de sus motores aun teniendo sus papeles al día o sin estar incumpliendo la ley”.

Ante esto, los autores se dirigieron al destacamento policial del sector para investigar más a fondo la situación.

Al llegar al destacamento fueron recibidos por los agentes del orden, con una muy distinta versión de la denuncia ciudadana. Se pudo observar cómo los motores retenidos incumplían con faltas como la de no tener placa, no tener espejos o luces intermitentes.

La PN agregó que luego de los motores ser retenidos, sus respectivos dueños podían ir a buscarlos siempre y cuando tengan todos sus papeles al día, y los no reclamados son enviados a la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT).