Una generación democrática como respuesta al populismo autoritario

Es muy difícil comprender el mundo de hoy sin estudiar los aportes hechos por la sociedad griega ateniense hacia la cultura, las ciencias, filosofía y en general la manera en que vemos el mundo alrededor nuestro, incluyendo la forma de gobierno. El concepto democracia en su definición más esencial, poder del pueblo o de la gente, viene precisamente de la antigua Grecia y al igual que hace dos milenios se debatía enérgicamente sobre sus bondades o debilidades, en la actualidad sigue siendo discutido de manera apasionada aunque con matices muy particulares.

Con la democracia como eje central, se han librado grandes batallas políticas y armadas, viendo conflictos fratricidas pero también bélicos internacionales, teniendo por un lado a quienes creían en el derecho de la ciudadanía a escoger quien le gobierne mientras por otro, los defensores de un control central definido por élites no sujetas a voto. Aunque tuvo un costo enorme, los números muestran que el segmento a favor de las libertades resultó mayormente vencedor hasta cierto punto y nuestra región latinoamericana como ejemplo, pasó de tener solo 4 gobiernos civiles electos por el voto en 1979 a 16 en 2022.

Ahora bien, eso trae desafíos consigo puesto que la democracia entonces pasó de ser un ideal alternativo a ser la realidad que podemos cuestionar, criticar, culpar o incluso condenar. Aunque la presente generación de jóvenes latinoamericanos es la que ha vivido mayor tiempo endemocracia, según mediciones, no es necesariamente el bloque votante más convencido de ella. De hecho, muchos de los auges autoritarios recientes han exhibido un arraigo especial justamente entre quienes sólo han conocido la vía democrática para acceso al poder, pero que no parecen identificarse con ella como modelo para gestión pública.

No hay que dar muchas vueltas para entender por qué sucede esto pues si comparamos, los liberales

traen muchas preguntas y dudas, pero los autoritarios vienen con respuestas absolutas aunque simplistas. Los liberales fomentan contrapesos que muchas veces ralentizan ejecutorias y el autoritarismo obvia procesos para implementar la voluntad del líder quien se presenta como intérprete único de la voluntad ciudadana. Los liberales moderados elaboran propuestas basadas en la conceptualización de problemáticas complicadas pero los populistas autoritarios traen consignas pegajosas.

La intención de ninguna manera es pintar un panorama insalvable y pesimista, pues bien lo dijo aquel que proclamó no creer en un futuro inevitable que nos espera sin importar lo que hagamos, más si en un futuro que nos espera si no hacemos nada. Con voluntad se puede hacer frente a este panorama tan difícil, pero eso debe estar acompañado de un diagnóstico puesto que sólo comprendiendo la realidad podemos cambiarla. Desde luego, seguimos siendo una región mayormente democrática, pero cada día escuchamos más promotores de un retorno al autócrata benévolo, dejando de lado que cuando a este no le va bien, a los países tampoco y después cambiarlo toma décadas.

Un error recurrente es pensar que existe vacuna contra el extremismo y que esto es algo que solo le pasa a los demás, pero nunca a tu país. Por eso, iniciativas conjuntas son fundamentales, tanto para solidarizarse con quienes sufren el yugo opresor como crear consciencia donde no.

Desde el año 2017, el Instituto Republicano Internacional (IRI) con sede en Estados Unidos lanzó Generation

Democracy, a la cual me integré desde 2018 valorando en ella una plataforma para diálogo, formación y acción de jóvenes en partidos políticos, grupos estudiantiles, sociedad civil y liderazgos independientes. Recientemente participé de su Cumbre Global en Ciudad de Guatemala a la cual se dieron cita representantes de más de 30 países latinoamericanos, europeos, asiáticos y africanos. Ahí, se trabajó para una agenda compartida por la libertad, por la democracia y por la prosperidad dentro de un marco institucional con la juventud como actor de primer orden para el mensaje.

El IRI se fundó en 1983 como organización no-partidista para apoyar a las nacientes democracias y Generation Democracy reivindica esa razón de ser ahora con un rostro joven, responsable, comprometido y proactivo. Sin mirar hacia atrás sino hacia el porvenir, dejando la nostalgia por un mundo que nunca fue para trabajar por el que merecemos, hablando de manera directa sin demagogia y responsablemente fungiendo como voceros de las mejores causas para el segmento mayoritario que somos